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La gran historia de Juan José Esteguy

 


Piloteó una aeronave en la Primera Guerra Mundial y fue pionero en la aviación platense: la gran historia de Juan José Esteguy

El vecino de La Plata también luchó en la guerra entre España y Marruecos. Juan José Esteguy nació en mayo de 1897 en La Plata. Hijo de padres franceses con buena posición económica, fue un destacado vecino de la ciudad y pionero de la aviación local, una de las tantas singularidades de este hombre que murió muy joven.

Con apenas 18 años, Esteguy decidió incorporarse en noviembre de 1916 como soldado voluntario del ejército francés en la Primera Guerra Mundial, lugar donde obtuvo su certificación como piloto internacional en 1918.

Vale destacar que esa participación en la Primera Guerra Mundial le brindó al vecino platense, que será homenajeado el próximo 22 de octubre en el cementerio municipal, una formación en las academias francesas que preparaban pilotos de caza para el combate aéreo.

Finalizada la guerra el piloto regresó a La Plata, donde la colectividad francesa  comenzó a llamarlo  “Notre Esteguy”, cuya traducción es "Nuestro Esteguy".

Luego de su llegada a la capital bonaerense en febrero de 1919, el vecino platense inauguró el aeródromo “El Cóndor” en el barrio "El Dique" de Ensenada y comenzó a realizar vuelos sobre la ciudad, a 40 pesos la hora, a bordo del avión Dorand.

El 14 de febrero de 1921, Esteguy voló de Villa Lugano a La Plata con un Dorand A.R.1 de 200 hp doble comando para dar instrucción de vuelo al señor Galtier. (Aeródromo Villa Lugano, Eloy Martin, 2013)

Con su emprendimiento, el piloto de ascendencia francesa inauguró en La Plata la aeronáutica como transporte, que se desarrolló pese al desinterés oficial y uniendo la capital de la provincia de Buenos Aires con distintas localidades del interior y Uruguay, siempre que la autonomía de los aparatos de la época lo permitiera.

En 1921, llegó la noticia a la Argentina de la derrota de las fuerzas españolas que luchaban contra los llamados "moros" en Marruecos. Ante la noticia, un grupo de argentinos decidió alistarse en las filas del país ibérico. Entre estos últimos estaba Esteguy, que partió al país africano en septiembre de 2021 para combatir en la "guerra del Rif", un sublevamiento contra las autoridades españolas y francesas.

A los 25 años, el 22 de octubre de 1922, el piloto platense encontró la muerte mientras realizaba un vuelo hacia Larache. Tiempo después, según el sitio La Plata Mágica, sus restos mortales retornaron con la misma nave que lo había llevado: la infanta Isabel.

En un auto de una empresa fúnebre local, los restos de Esteguy llegaron a La Plata y ese mismo día la ciudad se volcó a las calles para despedirlo.

A cien años de su muerte, el próximo 22 de octubre se le rendirá homenaje al destacado piloto local, acto que ha sido declarado de interés municipal por el Concejo Deliberante de La Plata en su última sesión, a partir de una iniciativa de la concejal Ana Negrete, y contará con el patrocinio del Consulado de Francia en La Plata y el Viceconsulado de España de la ciudad.


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El Trolebús en La Plata


En diciembre de 1954, La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires se adhiere a la lista de ciudades con servicio de trolebuses cuando se realiza el primer recorrido experimental.

No fue hasta el 4 de junio de 1955 cuando se inauguró oficialmente la línea a cargo de la Administración General del Transporte de Pasajeros y el Consorcio de Transportes de Pasajeros de la Municipalidad de La Plata. A su primer recorrido, le decían la calesita y partía desde el sitio donde hoy se ubica la Terminal de Ómnibus, pasaba por la Estación La Plata del FC Roca, siguiendo la diagonal 80, luego Plaza San Martín, avenida 7, Plaza Italia y volviendo a su punto inicial por diagonal 74.

Más tarde logró extender su recorrido hasta Tribunales y barrio La Loma. A fines de 1966, conjuntamente con el servicio local de tranvías, se suprime el servicio en su totalidad.




Secretos y leyendas del cementerio de La Plata

Investigadores de la Universidad han realizado un pormenorizado estudio sobre las costumbres que se reflejan en ese ámbito funerario. Hicieron algunos hallazgos sorprendentes que hablan de la relación de los platenses con sus muertos
Por OMAR GIMENEZ
Ni Estudiantes, ni Gimnasia: la parafernalia funeraria vinculada al deporte que se encuentra en el cementerio de La Plata tiene, mayoritariamente, los colores de Boca Juniors. Del mismo modo, la Virgen de Luján es la advocación de María que más aparece representada en la necrópolis, donde el texto de los epitafios en la zona de bóvedas muestra un tono machista: mientras al referirse a los hombres destaca virtudes y participación social, en el caso de la mujer limita el mensaje al ámbito de lo familiar. Las expresiones masónicas son tan abundantes en las sepulturas como representativas de la fuerte actividad que las distintas logias desplegaban en la época fundacional de nuestra Ciudad, cuando las causas de muerte más comunes eran las enfermedades del sistema digestivo y las infecciosas y parasitarias, ubicándose por encima de otras, como las del sistema respiratorio, nervioso y circulatorio.
Estos son algunos de los datos que revela un trabajo que compendia diez años de investigaciones llevadas a cabo por profesionales de la UNLP en el cementerio platense, que estudiaron el camposanto desde distintas perspectivas: desde lo arquitectónico -estilos predominantes- hasta lo biológico -principales agentes de deterioro-, pasando por lo histórico -panteones sociales y de la memoria-, la semiótica -análisis de epitafios- y lo social -cambios en las expresiones funerarias infantiles-, entre otros abordajes.
Según explica Carlota Sempé, investigadora del Conicet y compiladora del trabajo junto a Olga Beatriz Flores, "lo que subyace a todas las investigaciones -reunidas en un libro titulado "El Cementerio de La Plata y su Contexto Histórico", editado por la Municipalidad y que será presentado este viernes en el Pasaje Dardo Rocha- es el interés por la preservación de esa joya patrimonial que es el cementerio, que fue diseñado por Pedro Benoit reproduciendo la estructura de la Ciudad y que es dueño de un valor histórico y social que no siempre se tiene en cuenta".
A contramano de una sociedad que hoy exacerba el valor del puro presente y niega a la muerte, en la que el relato de los cementerios se vacía de contenido y pierde su significado de lugar sagrado, en los últimos años se sucedieron las iniciativas encaradas por profesionales de distintos puntos de Latinoamérica destinadas a rescatar el valor patrimonial de los camposantos. Prueba de ello es el nacimiento, hace seis años, de una Red Argentina de Valoración y Gestión Patrimonial de Cementerios que reúne a investigadores de todo el país, quienes trabajan en la valoración y rescate de esos bienes. Entre ellos, los platenses.
Creado a imagen y semejanza de la Ciudad de La Plata y abierto al público el 1º de Febrero de 1887, el cementerio local respondía a los principios de la corriente higienista del siglo XIX y reemplazaba al cementerio de Tolosa, que -ubicado entre las actuales calles de 119 entre 524 y 525- fue hasta ese momento el lugar donde los habitantes de la región inhumaban a sus muertos, según uno de los trabajos contenido en el libro y firmado por Mariano Delladone, Pablo Massola (actual director del cementerio) y Alejandra Corbalán.
Analizando las actas de defunción provenientes de aquella necrópolis y halladas en el Archivo del Cementerio Municipal de La Plata, Olga Beatriz Flores destaca que esa documentación permite asomarse a la situación de los obreros que trabajaron en la construcción de la ciudad naciente, mayoritariamente inmigrantes italianos, que murieron a causa de enfermedades infecciosas o parasitarias (entre ellas la tuberculosis), dolencias del sistema digestivo (fiebre tifoidea) y diferentes traumatismos, debido a "condiciones sanitarias y de trabajo deficientes y a un acceso limitado a los recursos nutricionales".
Los estilos arquitectónicos del nuevo cementerio evidenciarían, como la propia ciudad, "el carácter cosmopolita y pluritécnico de la población en la época fundacional", según indican Lidia Viera y Carlota Sempé en otro de los trabajos, con preponderancia de los estilos neogótico, neoclásico y Art Noveau.
Desde el primer momento, los responsables del cementerio debieron enfrentar el desafío que presentaban a las construcciones los agentes de deterioro biológico que amenazarían el patrimonio funerario y entre los cuales destacan los insectos, roedores, aves, murciélagos, algas, líquenes y plantas vasculares, según destacan Valeria Rosato, Patricia Guiamet y Sandra Gómez de Saravia en otro de los trabajos recopilados.
La historia, a su vez, iría jalonando la conformación del cementerio y definiendo su fisonomía a través de la aparición de los panteones sociales italianos que evidenciaron la potencia de ese colectivo en los primeros años de la ciudad (estudiados por Antonia Rizzo), del surgimiento del profesionalismo periodístico (Carlota Sempé) y de sucesos políticos traumáticos de la historia reciente que dejaron su huella a través de panteones y monumentos (como el que recuerda a los muertos en la revolución de junio de 1956 o los dos dedicados a los desaparecidos durante la última dictadura militar, estudiados por María Inés Baldini).
El trabajo aborda también la simbología religiosa cristiana y determina que la Virgen de Luján es la advocación de María con más presencia en el cementerio platense, un hecho que Antonia Rizzo y Mónica Fora atribuyeron, en el momento de hacer su investigación, a que La Lujanera, al ser declarada patrona de la Argentina el 12 de octubre de 1930, "aparece asociada a su función simbólica como dadora de identidad nacional".
Conocida y difundida es la presencia profusa de simbología masónica en el arte funerario del cementerio platense, relacionada con la fuerte actividad que las logias de esa sociedad secreta desplegaban en la época de la fundación.
CUESTION DE GENERO
Juan Magariños de Morentín y Susana Elena Shimko centraron su investigación en los epitafios presentes en el sector de bóvedas para analizar desde la semiótica la diferencia entre mensajes, según aludieran a hombres o mujeres.
Descubrieron, en ese sentido, que mientras los mensajes referidos a hombres aludían con más frecuencia a sus virtudes y a su actividad social, los que tenían que ver con mujeres se focalizaron en lo familiar y cuando se refieren a lo social se circunscriben al ámbito docente.
Según los autores: "La asignación social de roles y sus correspondientes exclusiones entre hombres y mujeres, lo que implicaba ya una discriminación en vida, reaparecen en las características tanto concientes y explícitas (la concreta redacción y contenidos de unas y otras placas) como inconscientes e inferibles (porcentajes de presencias y tipos de expresiones rememorativas) como una discriminación en la muerte".
Al analizar las expresiones populares funerarias, Sempé, Carla García y Luis Dulout destacan la importante presencia de referencias al fútbol, sobre todo "en el sector de tumbas en tierra, representativo de los segmentos sociales más populares de la comunidad".
Allí notaron que los colores con más presencia en el cementerio platense son el azul y oro de Boca Juniors y la forma más común en que se manifiesta la pasión futbolística es a través de la colocación de camisetas revistiendo la segunda cruz o las cruces pintadas con colores emblemáticos".
Los cambios en las costumbres también aparecen descritos en los trabajos, especialmente en lo referido al modo de inhumar a los menores, que en el siglo XIX eran enterrados en fosas comunes y más tarde en el llamado popularmente "cementerio de los angelitos".
Anécdotas y mitos de boca en boca

Olga Beatriz Flores, investigadora de la Facultad de Ciencias sociales y Museo tuvo a su cargo la recopilación de historias y leyendas relacionadas con el cementerio platense, a las que accedió a través del diálogo con bronceros, floristas y personal de mantenimiento. Entre otras, rescató la historia de unos empleados que, una mañana, descubrieron un cuerpo en descomposición tirado en la puerta de un nicho, quedando absortos. Mientras tanto, en un bar de las inmediaciones, un hombre con la camisa sucia pedía un teléfono con el que pretendía reclamar un flete "para llevar a su padre a Italia", aunque lo que hicieron los dueños del bar fue llamar a la policía. Otra de las historias, habla de una vecina que aparecía por la necrópolis cada vez que jugaba Gimnasia y llevaba una radio, que ponía junto a la tumba de su padre, "para que escuchara al Lobo".
Los científicos no limitan su trabajo a las investigaciones: también brindaron un taller de formación a los empleados, contribuyeron a la formación de una Asociación de Amigos del Cementerio y trabajan en la capacitación de personal especializado para que en un futuro organizar visitas
guiadas.

Los símbolos masónicos que desaparecieron del frente de la Legislatura

Desde su construcción, en el frente del edificio de la legislatura presentaba en el frente sobre calle 7, unos símbolos masónicos que estuvieron en el frontis del edificio hasta mediados de 1935.

El símbolo que más destacaba en el frente de la Legislatura era el de una estrella de seis puntas, conocida popularmente como Estrella de David. Fue colocada allí por los masones que estuvieron a cargo del diseño y construcción del edificio: Los arquitectos Gustavo Hein, Jorge Hagemann, Carlos Nordman, quienes tuvieron la tarea de realizar los planos. También eran masones los empresarios Pleu y Olivari, que estuvieron a cargo de la construcción (iniciada en 1883).

La estrella de seis puntas está formada por dos triángulos equiláteros, y es un símbolo masónico llamado "sello de Salomón" o “signo del macrocosmos”. Tiene sus orígenes en la edad media, y su uso más conocido es el que le dieron los judíos al incorporarlo en la construcción del Templo de Jerusalén.

Este hexagrama reúne los cuatro elementos fundamentales: fuego, agua, tierra y aire. En él se expresa muy bien el principio de analogía y correspondencia formulado en la piedra Roseta; se puede traducir que el triángulo de arriba representa a los legisladores y el de abajo al pueblo, con lo cual el centro del hexágono es la unión entre esos dos mundos, la representación del pueblo por medio de sus gobernantes reunidos dentro del recinto.

La estrella de seis puntas no fue el único símbolo masónico que pudo verse en la Legislatura. También había en el arquitrabe del frontis tres símbolos más que eran muy utilizados por los masones de la edad media, quienes dejaban un sello propio en cada edificio que construían. Al igual que un pintor que hace uso de un monograma para identificar sus obras, los masones dejaron estas marcas en catedrales, iglesias, castillos y otros edificios erigidos desde el siglo XII en Alemania, Francia e Inglaterra.

Estos símbolos eran figuras geométricas que hacían referencia a las distintas logias masónicas. En el caso de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, son tres por los tres arquitectos que planificaron el edificio: Hein, Hagemann y Nordman.

La desaparición de estos símbolos que mostraban la historia masónica de La Plata se debe que en 1935 fueron removidos pero no para ocultar las conexiones masónicas de la ciudad, sino por la Ley provincial 4351 que establece un escudo para la provincia de Buenos Aires y determina su colocación en el frontispicio del edificio de la Legislatura.


Bibliografia:
La Legislatura Bonaerense de mariano Zago Ediciones
Blog: http://misteriosdelaplata.blogspot.com
Fotografias: T.Bradley y Eduardo Finocchi

La ciudad de La Plata y el teléfono

Que bárbaro esto de la comunicación, ¿Verdad?, estos últimos siglos han sido de grandes adelantos en la comunicación, ¿Quién no tiene un teléfono hoy en día? 

Pero. ¿Y antes?, un filósofo decía que la verdadera comunicación terminó con la invención de la canilla, ¿Cómo? Pensé yo. Este sabio decía que antiguamente las damas de la casa salían a lavar su ropa a la vera del río o del arroyo y de esa manera tenían oportunidad de charlar y de intercambiar ideas con sus pares, con la invención de la canilla doméstica esta oportunidad de conversación finalizó. 

Todo esto da para pensar,  lo cierto es que esto de comunicarse a distancia con un teléfono debe de haber asombrando a la gente de antaño, ¿No les parece? En nuestra ciudad de La Plata, el servicio telefónico fue inaugurado el 24 de agosto de 1887, las oficinas se encontraban ubicadas en la calle 47 entre 8 y 9 y las líneas habilitadas permitían comunicaciones con Buenos Aires, Tolosa y Ensenada.

 

Diez  años después, cuando la cantidad de teléfonos en todo el mundo llegaba al millón y medio de unidades, la ciudad de La Plata y su zona portuaria contaban con la nada desdeñable cifra de 524 abonados a la Unión Telefónica.

 

Correspondían a la zona urbana los números 7001 a 7450 y al Gran Dock los comprendidos entre el 7825 y 7898, entre los primeros abonados puede mencionarse con el 7002 a Leonor B. D´Amico de la calle 14 N° 1023; con el 7003 Luis Cerrano, en Hornos de Cerrano (en lo que hoy es Ringuelet); 7004 Diario "La Mañana" de calle 49 entre 16 y 17; con el 7005 Risso Patrón, médico, calle 54 esquina 6; con el 7010 Moneo y Mendizábal, de tienda "La Nueva" en calle 7 entre 50 y 51

 

Me contaba hace años una tía, que por allá por el año 1927 tuvieron su primer teléfono, por aquellos años tenerlo era un signo de status, el aparato aquel para hablar distaba mucho de lo que conocemos como teléfono hoy, era una caja enorme anclada a la pared de la que salía un largo tubo con una bocina en el extremo y una horquilla en el costado para colgar el auricular, un aparato bastante desabrido.

 

Cuando se corrió la voz en el vecindario, los usuarios crecieron en relación directa, pero eso sí, nunca abusaban. Es que el teléfono inicialmente sólo se utilizaba para emergencias, para empezar, las líneas eran escasas y el número había que dárselo a una telefonista que actuaba como intermediaria, para lograr la comunicación.

 

Por las noches, ese servicio de la entonces Unión Telefónica era atendido por hombres.

 

Pero no era cuestión de extenderse mucho en la conversación, si eso sucedía el propio telefonista se encargaba de pedir muy ceremoniosamente, que se abreviara porque se precisaba la línea, excepto si al telefonista le hubiese tocado intermediar en el llamado nocturno de una voz masculina a alguna mujer casada.

 

Con aquellos primeros aparatos, a veces había que hacer de intermediario en representación de la persona que venía a hablar, y se impresionaban de tal manera ante el teléfono que quedaba inhibida.

 

Pasaron los años, a aquellos primitivos teléfonos le sucedieron otros de mesa, un poco más estilizados, pero las comunicaciones continuaban siendo suministradas por telefonistas intermediarios, años después recién comenzó a tener vigencia el teléfono automático, con discado propio.

 

Mientras tanto, cuántos noviazgos, infidelidades y cotorreos a través de las "líneas ligadas" llegaron a conocerse de manera imprevista, esas famosas "líneas ligadas" eran un contratiempo inevitable y, a la vez, peligrosísimo, porque exponía  a los mayores enredos.

 

Hoy en día, nos comunicamos con celular, ¿Quién no tiene uno? Pequeños, medianos, de colores, con distintas pieles, mensajes de texto y voz, fotos, Internet, juegos, un aparatito minúsculo con muchas funciones, es realmente impresionante.

 

Martín Cooper fue el pionero en esta tecnología, a él se le considera como "el padre de la telefonía celular" al introducir el primer radioteléfono, en 1973, en Estados Unidos, mientras trabajaba para Motorola; pero no fue hasta 1979 cuando aparecieron los primeros sistemas comerciales en Tokio, Japón por la compañía NTT, lo demás es la realidad mundial .

 

Parece mentira que una cosa tan pequeña se haya adueñado de nuestra vidas de tal manera; en cualquier lugar el sonido emitido por la alarma de un celular es parte ya de los ruidos urbanos y de los no tan urbanos.

 

En fin, son los tiempos que se viven. Lo que me pregunto a veces es si realmente estamos comunicados o incomunicados, digo esto porque a veces, nos perdemos de ver a un viejo amigo por ir escuchando lo que nos dicen del otro lado, o nos perdemos una clase magistral de nuestro profesor por atender y responder compulsivamente los mensajes de texto.

 

Lo cierto es que el teléfono se ha convertido en un elemento tan común de nuestras vidas que lo aceptamos como algo muy natural; pero desde el día que nació, este aparato ha ido mejorándose y modificándose para satisfacer las necesidades también cambiantes del hombre.

 

Debemos haber oído esto infinidad de veces. Pero ¿Hemos pensando en lo que sucede cuando colgamos el auricular o cuando marcamos algún número? Probablemente no, porque el teléfono se ha convertido en un elemento tan común de nuestras vidas que lo aceptamos como algo muy natural; pero desde el día que nació, este aparato ha ido mejorándose y modificándose para satisfacer las necesidades también cambiantes del hombre.

 

 

El primer teléfono

 

 Surgió a través de una serie de experimentos de telegrafía. En 1873, Alexander Graham Bell, profesor de filosofía vocal de la Universidad de Boston, comenzó a interesarse en el estudio de la telegrafía múltiple. Concibió la idea de lo que llamo un telégrafo armónico, capaz de enviar mensajes simultáneamente distintos mensajes por un solo cable, utilizando para ello varios pares de resortes de acero.

 

 

Funcionamiento del telefono actual

 

El transmisor moderno tiene una cámara llena de gránulos de carbón ubicados detrás de un diafragma. La corriente eléctrica pasa a través de esa cámara de carbón y del hilo conductor. La voz humana hace que el diafragma oscile en vaivén. Cuando esto sucede, los gránulos de carbón quedan, alternadamente, mas o menos ligados entre si. Esto provoca cambios correspondientes en la intensidad de la corriente que se dirige hacia el receptor. En el receptor telefónico hay un electroimán dispuesto de manera que atrae un delgado diafragma de hierro.

 

De acuerdo con la mayor o menor intensidad de la corriente que llega hasta el receptor, el diafragma será atraído también mas o menos fuertemente. La vibración del diafragma hace que el aire circundante vibre y transmita los sonidos.(Por Roberto Abrodos, para Agencia NOVA)

Calle 69 - San FRANCISCO de ASIS

Sabía Ud que...
A pedido del Párroco de la Iglesia de San Francisco cita en calle 12 entre 68 y 69 de La Plata y mediante el Decreto 3957 del 22 de Marzo del año 1945 se impone el nombre de San Farncisco de Asis a la calle 69.-

San Francisco de Asís (1181-1226) Santo Italiano, fundador de la Orden Franciscana, surgida bajo la autoridad de la Iglesia Católica en la Edad Media. De ser hijo de un rico comerciante, pasó a vivir bajo la más estricta pobreza y observancia del Evangelio. Su vida religiosa fue austera y simple y esa forma de vivir no fue aceptada por algunos de los nuevos miembros de la orden mientras ésta crecía. Es el primer caso conocido en la historia de estigmatizaciones visibles y externas. Falleció el 3 de octubre de 1226. Fue canonizado por la Iglesia Católica en el año 1228.-

No existe ninguna placa ni cartel de nomenclatura sobre esta arteria.

Astrónomos platenses que brillan en el firmamento

Sus nombres son usados para denominar a los asteroides. Hay ocho científicos del observatorio platense que dan nombre a cuerpos descubiertos en la estación de San Juan. Allí se descubrieron y “bautizaron” cerca de 80 asteroides. Entre los homenajeados también está Favaloro.
“Tu asteroide es el número 5.289 y lo descubrimos el 29 de mayo de 1990. Desde entonces estábamos esperando que cumplieras los 70 años, para nosotros solicitarle a la Unión Astronómica Internacional (IAU) que aceptara nuestra sugerencia de ponerle tu nombre. Por fin llegó el día: desde hoy y hasta que haya Sistema Solar y seres humanos que habiten este planeta, el asteroide 5.289 se llama Niemela, lo repito, se llama Niemela por vos”. El texto llegó a manos de Virpi Niemella en diciembre del año pasado, pocos días antes de que la reconocida astrónoma del Observatorio de La Plata falleciera. Estaba firmada por el licenciado Carlos López, director del Grupo ASiPEG (Astronomía del Sistema Solar y Parámetros de Estructura Galáctica), que trabaja en la estación astronómica de altura Doctor Carlos Ulrico Cesco” ubicada en San Juan. Ese centro se dedica especialmente al seguimiento de asteroides que transitan el cielo del hemisferio sur. En su trayectoria, esa estación descubrió y dio nombre a 79 de esos cuerpos, ocho de los cuales corresponden a astrónomos vinculados con la ciudad. Cinco de ellos están vivos y algunos en plena actividad. Ellos son el asteroide 2.605, llamado Sahade, como homenaje al doctor Jorge Sahade. El 5.793, denominado Ringuelet, por la doctora Adela Ringuelet. El 5.758, Brunini, en honor a Adrián Brunini. El asteroide 6.505 Muzzio, por el doctor Juan Carlos Muzzio. Y el 5.386 Bajaja, por el doctor Esteban Bajaja, del Instituto Argentino de Radioastronomía. Los otros cinco platenses homenajeados son los astrónomos fallecidos Carlos Jaschek, cuyo apellido da nombre al asteroide 2.964, Ricardo Platzeck, homenajeado con el asteroide 2.179, y Virpi Niamela, que da nombre al asteroide 5.289. En este caso, según explica el propio director del Observatorio sanjuanino, “quisimos homenajear a astrónomos destacados de nuestro país o a personas que, independientemente de su actividad, como en el caso del asteroide Favaloro, contribuyeron a la ciencia argentina”. Pero el criterio utilizado no siempre fue el mismo. “A lo largo de los años hemos ido cambiando -explica López-. Así, hubo épocas en que preferimos los personajes históricos, y en consecuencia, bautizamos asteroides con los nombres de Sarmiento, San Martín, o Belgrano”. En otro momento, el criterio elegido por el equipo de astrónomos fue el geográfico. Entonces existen asteroides como Cuyo o Calingasta. Un caso excepcional es el del asteroide 7.724, llamado Moroso en honor al matrimonio Pascuala Moroso-Rafael Villalobos, puesteros de la zona del Observatorio que brindaron un apoyo incondicional a la actividad”.

LA PLATA Historia y leyendas

El paisaje imperante es de llanura, levemente ondulada y pastos húmedos, grandes planicies sin árboles de crecimiento natural, con una alfombra continua y permanente de pastos que no dejan ver el suelo. En este escenario sobre costas cercanas al Río de la Plata, se certifica la presencia desde el período paleolítico, de grupos nómades. Los restos hallados corresponden a los Querandíes, indios nómades, pescadores y cazadores especializados, además de recolectores. La conquista española hace su irrupción definitiva, cuando el rey Carlos III creó el Virreinato del Río de la Plata el 1 de agosto de 1776 para defender a sus colonias del contrabando y las incursiones extranjeras. Desde su fundación en 1580, Buenos Aires había vivido a la sombra del vastísimo Virreinato del Perú y todo debía ser aprobado antes en Lima, su capital. Desde su pasó como cabeza del Virreinato ya no hizo falta viajar miles de kilómetros en carretas y a lomo de mula para recurrir a la Justicia o tratar de obtener algún permiso comercial. El 27 de abril de 1880, se eligió al paraje llamado Lomas de la Ensenada de Barragán como el sitio ideal, encomendando al gobierno provincial la fundación de La Plata, nombre que la tradición atribuye al autor del Martín Fierro, José Hernández. La piedra fundamental se colocó el 19 de noviembre de 1882, durante la primera presidencia de Julio Argentino Roca, en lo que sería su centro geográfico, la actual plaza Moreno, luego custodiada por el bellísimo palacio municipal y la imponente Catedral gótica, rojiza al ser de ladrillos, convertida en uno de los símbolos platenses. Es el centro administrativo de la provincia, sede universitaria y se encuentra próxima a las instalaciones del complejo portuario-industrial y de la zona franca de Ensenada, desde donde parten buques de gran calado, en especial petroleros. La Plata es reconocida por su trazado cuadrado, sus diagonales, su bosque y por sus plazas, colocadas con exactitud en damero cada seis cuadras, habiendo sido su diseñador el Ingeniero Pedro Benoit. El armónico plan con el que fue encarado el proyecto es uno de los ejemplos más relevantes, a nivel mundial, del urbanismo del siglo XIX, es así que a fines del mismo Siglo, La Plata fue un distinguida en la Feria Internacional de París con el premio a la Modernidad, entregado a Dardo Rocha por Julio Verne. Para los que disfrutan de la arquitectura y del urbanismo, La Plata los va a impactar: Los edificios públicos se erigen sobre tres ejes fundamentales: el que dibujan las avenidas 51 y 53 y en sentido perpendicular a las calles 7 y 13. La Casa de Gobierno, ubicada frente a la Legislatura, del otro lado de la plaza San Martín, fue proyectada por el belga Julio Doral. El edificio de la Municipalidad es uno de los más bellos, está separado de la Catedral por la plaza Moreno. En un primer momento la población de La Plata estuvo constituida por operarios de las comisiones demarcadoras y obreros de la construcción, algunos comerciantes y su personal; pronto se les sumaron los trabajadores de los hornos de ladrillo-cal y se hizo necesario construir hoteles y restaurantes para albergar a funcionarios, viajantes de comercio, periodistas, turistas, curiosos y otros pasajeros ocasionales. En marzo de 1884, a menos de un año y medio de la fundación, la población ascendía a 6.846 habitantes. En los suburbios de la ciudad era muy común la realización de carreras cuadreras (carreras de caballo), el juego de la taba (un hueso arrojado al aire donde se gana según de que lado caiga) y el de las bochas. También podían verse riñas de gallos. La Plata es hoy, sede de la Universidad Nacional de La Plata, de la Universidad Católica y la Universidad Argentina de Abogacía. Ciudad eminentemente universitaria, tiene además un Museo de Ciencias Naturales, que cuenta con un prestigioso departamento de paleontología y las Facultades de Arquitectura y Urbanismo, Bellas Artes, Ciencias Agrarias y Forestales, Astronomía y Geofísica, Ciencias Económicas, Ciencias Exactas, Informática, Ciencias Jurídicas y Sociales, Medicina, Ciencias Naturales y Museo, Veterinaria, Humanidades y Ciencias de la Educación, Ingeniería, Odontología, Periodismo y Comunicación Social, y Escuela Superior de Trabajo Social. En el mes de octubre de 1998, la UNESCO incluyó a esta ciudad en una lista tentativa entre otros cuatro sitios del país, que aspiran a alcanzar la designación como Patrimonio de la Humanidad.

Llamativo ingreso a la Ciudad de distintas especies de aves

Especialistas destacan que se está dando un fenómeno "inusual" en los cielos platenses
Estorninos, carpinteros, tordos renegridos, colibríes, picabueyes, horneros, cotorras, zorzales, toman por asalto la Ciudad. Por estos días, se registra el pico de un fenómeno que cobró alas en tiempos recientes: el reingreso de aves que habían migrado, y el "debut" de especies inusuales para los cielos platenses. Favorecidos por los corredores urbanos con mayor presencia de árboles -avenidas, diagonales-, las plazas cercanas entre sí, los edificios que les brindan reparo y una renovada capacidad de adaptación, los pájaros vuelan alto, señalan los especialistas."Hasta hace unos 10 años el elenco de aves de La Plata, en el ámbito urbano, era bastante limitado" recuerda el ornitólogo Julio Milat: "podíamos encontrar sin esfuerzos al gorrión, la paloma doméstica, y unas pocas especies más. Pero hoy la situación cambió de manera llamativa; numerosas especies hay ingresado a la Ciudad, mostrando una rápida adaptación a sus condiciones ambientales"."El 'boom' no resulta difícil de comprender, considerando que las ciudades ofrecen casi todo lo que las aves pueden necesitar para subsistir: alimento, agua, material para construir nidos, lugares para dormir -edificios monumentales con cornisas, bordes de ventanas, faroles, esculturas, bajo y alto relieves, campanarios- y por sobre todo, protección ante los depredadores" precisa Milat, que conduce el Museo Ornitológico de Berisso: "si a esto se suma un avance de la forestación en algunos corredores, y el entramado fundacional platense con plazas y parques cada seis cuadras, se explican los avances en la diversidad; actualmente existen entre 20 y 30 especies que conviven con nosotros en el medio urbano". El experto destaca que "las plazas forestadas con árboles nativos tienen mayor número y variedad de especies que las demás".Entre las nuevas aves urbanas está el hornero. Pájaro "de buen agüero", se está haciendo habitual encontrar en plazas y edificios su típico nido de barro. Las parejas -macho y hembra tienen igual apariencia- cantan a dúo al cortejarse; y aunque se dice que las entradas de sus "casas" evitan los vientos fríos, en la Ciudad se las ve apuntando en cualquier dirección. Esas mismas viviendas, que duran dos o tres años, serán disputadas al abandonarse por ratoneras, jilgueros, golondrinas y caburés.Con alojamiento sólo por la temporada -primavera/verano- se registran las golondrinas. Inquietas, vuelan permanentemente en busca de insectos para alimentarse. Nidifican en huecos, aleros y balcones, y en La Plata pueden diferenciarse dos especies: la doméstica, de dorso y zona ventral oscura; y la de ceja blanca, de menor tamaño, y vientre blanco.También se divisan cada vez más benteveos. El "bicho feo" -amarillo, con un antifaz oscuro y blanco en la cabeza- construye su nido y lo "cortina" con pastos y trozos de plástico, o fragmentos de telas de colores. Voraz y adaptable, come lo que la ciudad pone a su alcance: frutos -como las semillas rojas de las magnolias de plaza San Martín-, insectos, abejas, renacuajos. incluso alimento para perros.Entre las especies "recién llegadas" que más se hacen notar está el zorzal colorado. Su canto es melodioso... pero inoportuno: es el que se escucha en plena madrugada, a las 4 o 5, un largo rato antes del amanecer. De vientre anaranjado, este pájaro se alimenta con lombrices y frutos de varias especies de árboles -moras, por estos días-; su "primo", el zorzal blanco o "chalchalero", también es muy común en la Ciudad.Otro de los nuevos habitantes, éste de origen "exótico" -no nativo-, es el estornino crestado. De color negro y plumas visibles en la base del pico, se lo suele ver en las plazas Paso -13 y 44- e Islas Malvinas -19 y 51-. Junto al estornino común, de color negro, patas rojizas y pico amarillo, están generando un serio problema: por sus características -son agresivos, prolíficos, no tienen predadores naturales en nuestro medio y nidifican en cualquier hueco, alero o tronco -u "ocupan" nidos ajenos-, están ganándole espacios a la avifauna local.DISTRIBUCION GEOGRAFICALa tacuarita azul, de cola larga y que anda siempre en pareja, puede verse en el Bosque, sobre las copas de tipas y jacarandáes; también el "boquense" pitiayumí -pecho amarillo y dorso azul-. En las plazas del centro, golpeando los troncos podridos en busca de gusanos e insectos, se encuentran los chingolos, y los carpinteros real y campestre; el carpintero bataraz, más pequeño, prefiere el Bosque.También en pleno centro, los tilos de 7 entre 49 y 50 reciben cada atardecer bandadas de color negro y brillo metálico; son los tordos renegridos, que llegan a dormir desde diferentes puntos de la ciudad, y tienen una particularidad: no edifican nidos, sino que ponen sus huevos en los de otras aves.Habitantes de la noche, las lechuzas de campanario pueden avistarse como raudas manchas blancas volando sobre plaza Moreno. Y el barrio elegido para la residencia no es casual; esta especie que vive en las torres se alimenta de ratas y lauchas, abundantes en el paseo central del casco urbano platense.En cambio, las dos especies de picaflores -verde azulado y bronceado- pueden verse no sólo en plazas y el Bosque sino en casi cualquier jardín urbano, alimentándose del nectar de las flores -son sus preferidas las campanillas o tubulares-. Hace algún tiempo, el invierno los veía migrar hacia el Norte, pero actualmente -cambio climático mediante- se quedan entre nosotros.Milat -fundador del museo berissense que acaba de cumplir veinte años- cree que "la nueva diversidad de aves que está mostrando La Plata merece un estudio sistematizado y detallado", y diagramó junto a varios profesionales en ciencias biológicas -Nicolás Olalla, Patricia Currenti, Sergio Quintero y Laura Ferman- un censo que tendrá lugar durante los próximos meses, con observaciones y tomas fotográficas de las plazas y sus aves. (El Día)

LA MASONERIA EN LA CIUDAD DE LA PLATA (II)

Por: Eduardo M. Sebastianelli
Frecuentemente se habla de la gran actividad masónica que acompañó a la fundación y posterior desarrollo de esta urbe. La Masonería estuvo muy ligada a su fundador, el Dr. Dardo Rocha, a sus colaboradores, a los que demarcaron sus calles, a sus primeros funcionarios públicos, a los edificios, y sobre todo, al trazado de sus planos.
El Dr. Dardo Rocha, había sido iniciado por su padre, el coronel Juan José Rocha, en el año 1858 cuando contaba con tan sólo veinte años de edad, en la Logia "Constancia Nº 7". El principal colaborador del Dr. Rocha, y quien fuese responsable del trazado del plano de la futura ciudad, el arquitecto Pedro Benoit, había sido iniciado el 26 de octubre de 1858 en la logia "Consuelo del infortunio Nº 3". Pedro Benoit había nacido en Buenos Aires, el 18 de Febrero de 1836, y era hijo del ingeniero francés Pedro Benito Benoit. Desde los catorce años se desempeñó junto a su padre en el Departamento Topográfico y en la sección de Geodesia del Departamento de Ingenieros. Muchas de las obras que ejecutó en los años anteriores a la fundación, tendrían una importancia fundamental en ella, entre las que se destacaron: en la ciudad de Buenos Aires, la construcción de obras de fortificación para la defensa y emplazamiento de baterías; proyectó y construyó varios puentes de campaña; (proyectó) la antigua Facultad de Derecho; las iglesias de Santa Catalina (en las localidades de: Merlo, San Justo, Moreno, Ensenada, San Vicente, Juárez, Azul y Buenos Aires).
Desde el primer momento se vinculó a Dardo Rocha para la fundación de la nueva capital de la provincia, y formó parte de la comisión para el concurso de los planos en su carácter de vocal del Departamento de Ingenieros. Presentó los planos del trazado de la ciudad, aunque no firmó al pie ninguno de ellos, sino que fue mencionado como autor de los mismos en el año 1888.
Formó la comisión de división de solares, dividiendo a su vez a esta en tres grupos formados de la siguiente manera: el primero dedicado al trazado perimetral y de avenidas, estaba compuesto por los Sres. Carlos Glade, que fue iniciado el día 27 de Septiembre de 1864 en la Logia "Germania Nº 19", Germán Kuhr y Miguel Pérez.
El segundo, a cargo de la división de calles y diagonales, estaba formado por los Sres. Carlos A. Fajardo, (Masón, del que si bien no contamos con la fecha de su iniciación, lo encontramos en 1894 formando parte de la tenida magna en la instalación de un Capítulo), Julio Serna y Pedro Bena. Y el tercer grupo que debían parcelar los terrenos, estaba formado por los Sres. Nicolás Calvo, Julio Arditi y Paulino Campbell (los tres masones).
Luego de la fundación, el Arquitecto Pedro Benoit, realizó los planos de la Iglesia San Ponciano; se le encomendó la dirección del artístico arco de entrada al Bosque en el año 1884, que ahora ha desaparecido, dibujó el primer escudo de la ciudad; proyectó los planos de la Catedral y en 1893, se le encargó la dirección técnica de las obras.
Fue además autor de los planos del Cementerio y del Observatorio Astronómico; después dirigió desinteresadamente las obras de la Iglesia de San Pedro, en Mar del Plata, hasta su deceso ocurrido en esta ciudad, el 4 de Abril de 1897. Sus restos fueron trasladados a Buenos Aires, para ser sepultados en la Recolecta.
Como sabemos, la Arquitectura es una de las artes fundamentales de la Masonería, y muchos masones, conociendo que los fundadores y sus colaboradores eran Hermanos, han tratado de buscar algún símbolo masónico en el plano de la ciudad, tal es así, que, como se puede observar en el mismo, han pretendido identificar estos símbolos en las diagonales que la dividen, comparándolos con las herramientas del Arte.
Si todo fuese tan simple, todo estaría aclarado; pero no es así, en realidad el plano de La Plata esconde más cosas de las que se pueden observar a simple vista, su estudio conlleva un esfuerzo mayor. En él, el Arquitecto Pedro Benoit y sus allegados han situado todo su conocimiento sobre Geometría Sagrada, y el proceso de develar su mensaje es bastante complejo, pero para quien esté familiarizado con este tipo de "Geometría" seguramente le será interesante y práctico.
Algunos ejemplos de su extraordinaria traza lo son el hecho de que: la ciudad es un cuadrado simétrico que mantiene su forma desde el tiempo de la fundación; está dividida por dos grandes diagonales que la cruzan de Este a Oeste y de Norte a Sur
; en su centro geométrico fue colocada la piedra fundamental, de la que hablaremos más adelante; el rombo formado por los cuatro diagonales centrales forman una "Vesica Piscis", realizada con una unidad equivalente a 1,6180339, es decir el número áurico. El perímetro de la ciudad dividido por el largo de su diagonal (Este-Oeste o Norte-Sur) es igual a 3,1416.
Cabe destacar que la ciudad de La Plata fue totalmente proyectada en abstracto, pues, hasta ese momento no se sabía dónde se iba a asentar, por lo tanto sus arquitectos pudieron establecer las bases que consideraron más oportunas. El plano se comenzó a trazar a partir de un centro, un círculo, un triángulo y un cuadrado, que es exactamente la cuadratura del círculo, que tiene en la Geometría de la Vida individual una importante y definida aplicación. La localización de un cuadrado áurico en una zona de la ciudad denominada El Bosque (un sector de recreo, arbolado y libre de contaminación ambiental); estos son algunos aspectos del verdadero mensaje que nos dejaron sus fundadores, y que serán tratados con detenimiento en mi próximo libro.
Continuando con la fundación de La Plata, podemos agregar que el nombre de la misma fue propuesto por el poeta José Hernández (creador del "Martín Fierro", obra cumbre de la literatura Argentina) íntimo amigo de Dardo Rocha e iniciado el 28 de Agosto de 1861 en la Logia "Asilo del Litoral Nº 18".
El día 19 de Noviembre de 1882, alrededor de las 16 horas fue colocada la piedra fundamental, que consistía de una caja de piedra, en cuyo interior había otra de plomo, dentro de la cual se colocó una redoma de cristal con diversos documentos, entre ellos, una copia del acta fundacional, una copia de la Constitución Argentina, además de monedas de la época y numerosas medallas de las Logias que participaron activamente en la construcción de la ciudad, entre ellas: "Unione Italiana", "Confraternidad Argentina", "Regeneración", "Tolerancia", "Luz y Verdad", "Caridad", "Abraham Lincoln", "Liberi Pensatori", "Unión", "Cárita", "Protectora de los Pobres" y "Progress". Una vez colocada la redoma, se cerró y se selló, se soldó la caja de plomo y se le colocó sobre ella una plancha de mármol de Carrara con la inscripción "Esta caja contiene el acta de inauguración de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires". Sobre la plancha de mármol se colocó la tapa de la mencionada caja de piedra; y con una cuchara (trulla), construida especialmente, de oro con incrustaciones del mismo metal y ocho brillantes en la empuñadura de ébano, el Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Victorino de la Plaza (iniciado en 1867 en la Logia "Regeneración Nº 5"), selló la misma con una mezcla de arena y cal que se había preparado en una batea maciza de caoba, con agarraderas de ébano e incrustaciones doradas.
Colocación de la Piedra Fundamental de La Plata

Todo fue una fiesta, en la plaza principal se habían colocado varios palcos en semicírculo entre los que se hallaba el palco oficial. En diferentes lugares se colocaron arcos y trofeos con las más diversas inscripciones, entre ellas: "Paz y Libertad", "Orden y Progreso", "Amor por la libertad y respeto por las instituciones", "El ejercicio de los derechos políticos es necesario para el gobierno libre", "No basta odiar a la tiranía". Entre los personajes que en el momento hicieron llegar sus mejores votos al gobernador Dardo Rocha, podemos mencionar a Carlos Guido y Spano, quien en la carta fechada el 19 de Noviembre de 1882 expresa:
"Gobernador y Amigo: Salud en este día memorable: Hoy hablarán los hombres y las piedras, las que V. va a colocar como fundamento de la nueva ciudad, proclamará en los tiempos la potencia de la Voluntad puesta al servicio del genio enérgico y creador".
"Con motivo de la edificación de nuestra futura capital se ha recordado la fábula del músico tebano, a los sones de cuya lira de oro alzáronse los muros de la ciudad de Epaminondas y de Píndaro. Si S.V. no posee el mágico instrumento, tiene la inspiración vencedora y realiza un prodigio.. "
Entre las personalidades oficiales y representativas se encontraban los siguientes masones:

Eduardo Wilde, ministro nacional, iniciado el 19 de Septiembre de 1871 en la Logia "Constancia Nº 7".

Domingo F. Sarmiento, Presidente de la República y Gran Maestre de la masonería Argentina, iniciado el 31 de Julio de 1854 en la Logia "Unión Fraternal", de Valparaíso (Chile).

Benjamín Victorica, Presidente de la suprema Corte, ministro, iniciado en la Logia "Jorge Washington" de Concepción del Uruguay.

Manuel R. Trelles, científico e historiador, académico de Historia en Madrid, iniciado en 1867 en la Logia "Confraternidad Argentina".

Carlos Casares (h), Gobernador de la Provincia, estanciero, fundador de la Logia "Unión del Plata Nº 1", en 1855.

Carlos D'Amico, Ministro de Gobierno de la Provincia y futuro Gobernador, iniciado de muy joven fue Gran Maestre del Gran Oriente del Rito Argentino, íntimo amigo del Dr. Dardo Rocha y del Arquitecto Pedro Benoit.

Juan Dillon, contador General de la provincia, iniciado el 2 de Octubre de 1882 en la Logia "Obediencia a la Ley Nº 13".

Mauricio Maller, militar húngaro incorporado al Ejército Argentino, iniciado el 10 de Julio de 1870 en la Logia "Caridad Nº 22".

Benjamín del Castillo, legislador, iniciado el 23 de Agosto de 1863 en la Logia "Asilo del Litoral No. 18".

Ricardo Marcó del Pont, catedrático iniciado en la Logia "Luz del Oeste Nº 55".

Adolfo Miranda Naón, senador nacional, uno de los fundadores del diario platense "El Día" y luego director del mismo, iniciado el 3 de Noviembre de 1885 en la Logia "La Plata No. 80".

Luis C. Pintos, diputado nacional, hijo de masón, fue iniciado en la Logia "Obediencia a la Ley Nº 13" el 27 de Junio de 1866.

Miguel Goyena, hijo de masón, iniciado el 30 de Junio de 1869 en la Logia "Obediencia a la Ley Nº 13".

Adolfo F. Lescano. Iniciado en 1888 en la Logia "La Plata Nº 80".


Ya en las primeras horas de la fundación se habían instalado varias Logias en la nueva ciudad, entre ellas: "Luz y Verdad", "Spretta Uguaghanza", "Triunfo y Justicia", "Hijos del Universo", etc. Pero la que más se destacó fue la Logia "La Plata No. 80" fundada por el Arquitecto Pedro Benoit. En sus archivos podemos encontrar los apellidos más ilustres de la nueva Capital, como los de: Florentino Ameghino, Eduardo Ves Losada, Manuel H. y César Lagenheim, Julio Sánchez Viamonte, Dalmiro Sáenz, Alberto Gregorio, Carlos A. Fajardo, Vicente Isnardi, Juan B. Lavié, José Sixto Alvarez (Fray Mocho), entre otros, pero los nombrados bastan para comprobar que La Plata no fue un mero resultado de las circunstancias que rodeaban al país, sino más bien, fue una obra consciente, especulativa y operativa de los Hermanos masones con un sentido constructivo.
La parte final del acta fundacional instaba a que las generaciones futuras que en su centenario quisieran conmemorar este acto y constatar la existencia de los documentos y objetos que le acompañan lo hiciesen realizando la excavación partiendo del punto céntrico. Esto se realizó en el año 1982, los objetos allí encontrados se depositaron en el Museo Dardo Rocha de la ciudad y nuevamente se repitió el acto fundacional, es decir 100 años después, con la misma consigna a las generaciones venideras.
Finalmente, debemos destacar que para el año 1891, a solo nueve de la fundación, se habían establecido en la ciudad otras corrientes esotéricas, entre ellas cinco cartas patentes regulares del Martinismo fundado por Gérard Encausse en Francia.
Hoy en día, lamentablemente la ciudad de La Plata cuenta tan solo con dos Logias que luchan por subsistir y que no son reconocidas por el Gran Oriente Argentino.


La Plata, 3 de febrero de 1999
Eduardo M. Sebastianelli


Panorama aéreo del centro geométrico
de la ciudad (Plaza Moreno) en 1939
2
BIBLIOGRAFIA
- Alfredo Orfila: "Pedro Benoit, en Anales de la Sociedad Científica Argentina", Bs. As., 1897.
- José María Rey: "Tiempo y fama de La Plata", La Plata MCMLVII, p. 85, 148 1932.
- Diario "El Día": distintas publicaciones.
- Emilio Coni: "Reseña estadística y descriptiva de La Plata", p. 103.
- Martín V. Lescano: "Las sociedades Secretas, políticas y Masónicas en Buenos Aires", Tomo II, 1927.
- Jorge Ferro: "La Masonería en la fundación de La Plata", Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española, España 1991.
- "La Plata a su fundador": Publicación en conmemoración del cincuentenario de la fundación. 1939.
- Alcibíades Lapas: "'La masonería Argentina a través de sus hombres", Buenos Aires. 1966.
- Ernesto Valsecchi: "La Masonería en La Plata", La Plata, editado por la logia La Plata Nº 80. 1978.
- Album biográfico de los librepensadores: Buenos Aires 1909.
- Emilio J. Corbière: "La Masonería" política y sociedades secretas en la Argentina; Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1998.
- Aldo Lavagnini: "Manual del Maestro", Ed. Kier. Buenos Aires. 1962.
- Siete Maestros Masones: "Símbolo, Rito, Iniciación", Ed. Obelisco. Barcelona. 1992.

NOTAS
1
"Reproducción reducida de la estampa oleagráfica de la época, impresa en Milán, en la que aparecen Dardo Rocha, Victorino de la Plaza, Eduardo Wilde, Domingo Faustino Sarmiento, Vicente Villamayor, Benjamín Victorica, Carlos d'Amico, Monseñor Federico Aneiros, Manuel R. Trelles, Paulino Llambí Campbell, Carlos Casares (h.), Juan Dillon (h.), Eulogio Enciso, José Hernández, José F. Alvarez, Mauricio Mayer, Carlos M. de Alvear, Pedro Benoit y otras personalidades, funcionarios, diplomáticos, público y jefes y soldados del famoso batallón Guardia Provincial. (Compárese esta notable composición gráfica con la fotografía de la misma ceremonia que aparece entre las notas documentales de esta obra)."
2
En el centro de esta plaza es donde está colocada la piedra fundamental de la ciudad. (Foto Ministerio de Obras Públicas).

La Masonería en La Plata

DEVOTOS DE LA ESCUADRA Y EL COMPÁS

Están excomulgados por la Iglesia Católica desde el siglo XIX por promover el laicismo y la creencia en el "Gran Arquitecto del Universo". Pero muchos de ellos siguen comulgando en silencio. El carácter secreto de sus prácticas les deparó persecuciones a lo largo de la historia y todavía gran parte de sus miembros prefiere no revelar su condición por miedo a ser discriminado. Rodeados de mitos, desconocimiento y prejuicios, los masones siguen actuando en la ciudad que diseñó Dardo Rocha junto a otros miembros de la Orden. ¿Qué buscan estos hombres dentro de las logias? ¿En qué creen los masones de siglo XXI? ¿Cuál es su rol en la sociedad? En esta nota, la masonería platense da la cara y responde a interrogantes tan antiguos como sus rituales.

Por Milagros Barberis

“El que busca a los masones, los encuentra”. No es una amenaza. Es la realidad. La Masonería tuvo su apogeo en La Plata desde la fundación hasta principios del siglo XX, período en que trabajaron diecisiete logias. El poder adquirido por los partidos políticos, el recambio generacional y las persecuciones padecidas por los masones, debilitaron a la Orden. Pero sus hombres nunca se fueron del todo. Actualmente funcionan cuatro logias en la ciudad, casi en silencio, porque muchos de sus hombres todavía prefieren no revelar su condición. ¿El motivo? Es tan antiguo como sus rituales: temen ser discriminados.
Néstor Di Lorenzo, empresario de 56 años, es el “venerable maestro” de la Logia “Luz y Verdad” N°79 de La Plata. A primera vista, nada en su apariencia lo indica. La confirmación salta dos minutos después desde la solapa de su traje impecable: un prendedor con la escuadra y el compás, herramientas simbólicas de los masones.
“Se llega a ser masón por la búsqueda de la Verdad. El desarrollo personal te lleva a investigar y, en un determinado momento, a averiguar qué es la Masonería”, explica Di Lorenzo y comienza a manejar términos tan absolutos como “verdad” y tan antiguos como “hermanos”, “fraternidad” y “patria”, que lentamente van descubriendo su condición.
Javier Martínez, secretario de la misma logia, ingresó a la Orden hace tres años a través de Internet. La red es uno de los medios más utilizados hoy por los masones porque les permite tomar contacto con la sociedad preservando su identidad. “Todo el mundo puede ser masón; sólo tiene que ser hombre libre y de buenas costumbres”, puntualiza este licenciado en Física de 30 años.
Para los masones, un hombre de “buenas costumbres” implica “ser ética y moralmente un hombre probo y actuar con las reglas morales y éticas implantadas por la sociedad en que habita”. Y llaman “libre” a quien no tiene ningún proceso penal ni judicial, que no se halle impedido de su libertad y que sea “libre de pensamiento”.

La igualdad
En 1998 la Logia “Luz y Verdad” N°79 “levantó columnas” (término utilizado por los masones, o “constructores”, para referirse a la apertura de un “taller”). La iniciativa surgió de un grupo de platenses –integrantes de la Logia “Eureka” de Buenos Aires- que decidió recuperar el nombre de la organización más antigua de la ciudad, desaparecida a principios del siglo XX.
Este espacio está hoy integrado por 25 hombres que promedian los 30 años, aunque también cuentan con un “hermano” de 80. Por tradición -según se justifican- no aceptan mujeres. Entre sus filas se destacan los estudiantes y egresados universitarios. La mayoría son abogados, pero también hay contadores, médicos, empresarios, profesores universitarios y hasta un actor. “Hay masones de todos los colores políticos, de todas las religiones y de diferentes niveles sociales. Todos somos iguales”, asegura Di Lorenzo.
Este “taller” depende de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones y practica el rito Escocés Antiguo y Aceptado de Edimburgo, el culto vigente con más años de ejercicio en el mundo. Como sucede con los otros ritos, el Escocés contempla los tres grados básicos (aprendiz, compañero y maestro) y continúa con treinta grados superiores, donde el masón extiende su formación filosófica.
Di Lorenzo se presenta como maestro masón, y si bien cuenta que ingresó a la Orden hace seis años, prefiere no revelar su grado. De hecho, se muestra mucho más cómodo al hablar de la Masonería en general, que al hacerlo acerca de su logia en particular.

Las piedras
Los miembros de esta logia celebran una vez por semana sus “tenidas” regulares o sesiones del taller. Como carecen de templo propio, costean el alquiler de un salón con una parte de la cuota mensual de 25 pesos que aportan sus integrantes. Si bien no lo confirmaron, actualmente estarían funcionando en el edificio de la Biblioteca Sarmiento, ubicado en 5 entre 43 y 44.
La actividad realizada por los masones dentro de la logia consiste en presentar trabajos de investigación referidos a temas históricos o actuales que exponen ante sus “hermanos” para ser compartidos y debatidos. “Los trabajos son personales, porque el crecimiento es personal, pero la intención es que todos se enriquezcan”, indica Di Lorenzo y, haciendo alusión a los emblemas de la Orden, grafica: “Cuando el aprendiz comienza, es una piedra bruta que, con el mazo y el cincel, se golpea y se pule hasta llevarla a la piedra cúbica”, símbolo masónico de la perfección.
De las puertas del templo hacia afuera, la logia no asume posturas públicas. “Son sus hombres los que, a través del conocimiento, llevan el aprendizaje a su medio profesional y familiar”, remarca Di Lorenzo. Sin embargo, “Luz y Verdad” coordina, desde hace unos años, el Instituto de Pensamiento Libre que una vez por mes realiza charlas abiertas sobre Masonería.
El investigador de Masonería Eduardo Sebastianelli destaca que los masones platenses respaldan la actividad social de sus “hermanos” cuando realizan determinadas obras y proyectos. “Muchas veces –explica- hay centros culturales o entidades que surgen por iniciativa de un masón y que, por detrás, tienen el apoyo de la logia”.
Los motivos por los cuales muchos “constructores” no revelan su condición es porque, en ocasiones, “lamentablemente, pueden perder su trabajo”, apunta Di Lorenzo. Tanto él como Martínez aseguran que el desconocimiento sobre la Masonería genera temor. Pero también afirman que “todavía hay algunos sectores que no toleran que haya grupos que pregonen la libertad y la igualdad”. Aunque aclaran que en La Plata no encuentran ningún tipo de oposición.

El silencio
“Luz y Verdad” es una de las cuatro logias que funcionan hoy en la ciudad. Entre los masones se conocen, pero no se vinculan y prefieren no hacer consideraciones sobre sus “hermanos”. A veces no querer hablar, habla de diferencias.
Eduardo Sebastianelli asegura mantener contacto permanente con los masones platenses. Dice que estos espacios congregan a hombres de diferentes partidos políticos –aunque en su mayoría son radicales- e incluso algunos desempeñan funciones públicas.
En La Plata hay otros tres talleres en actividad: la logia “Pedro Benoit”, que se reúne en la zona céntrica y otras dos que funcionan en las cercanías del Distribuidor y en la localidad de Los Hornos.
La logia que lleva el nombre del ladero de Dardo Rocha, surgió en 1984 y es considerada “la más secreta de la ciudad, porque sus miembros no quieren sentirse influenciados por el accionar de las otras logias”, comenta Sebastianelli y refiere: “Están haciendo algunas obras de beneficencia que no se atribuyen, porque no quieren que la sociedad se entere”.
Al igual que “Luz y Verdad”, este taller practica el rito Escocés Antiguo y Aceptado, y tiene la particularidad de que sus integrantes están divididos por profesiones, porque “como la Masonería es una ‘filosofía de vida’, se considera que entre miembros de la misma profesión pueden entenderse mejor y, de esta manera, aplicar los elementos de la Masonería a sus respectivas profesiones”.
Los dos restantes están integradas por ex miembros de la Logia “La Plata” N°80, que funcionó desde la fundación de la ciudad hasta el año 1979. Estos talleres profesan el rito Memphis Misraim, originario de Egipto y muy extendido en Italia, que llegó a nuestro país con las oleadas inmigratorias. Se caracteriza por contar con 99 grados y admitir a la mujer.
Sebastianelli destaca que estos dos talleres no son regulares porque “trabajan con una Carta Patente –que los habilita a funcionar– emanada desde Chile, cuando el Gran Oriente del rito Memphis Misraim está en Córdoba”. El investigador plantea que las logias deben ser autorizadas por la correspondiente Gran Logia de su país, entre otras cuestiones, porque ese Gran Oriente (del que dependen los talleres) tiene la potestad de inspeccionarlas y de controlar que funcionen adecuadamente.

Las precursoras
“Luz y Verdad” N°79 (creada diez días después de la fundación de la ciudad) y “La Plata” N°80 (impulsada por Pedro Benoit en 1887) fueron las dos primeras logias locales. Sus respectivos números representan el orden de surgimiento que tuvieron en el país.
Según el censo realizado en 1910, “en La Plata había diecisiete logias, por lo que se calcula que eran cerca de 600 masones”, explica María Carlota Sempé, antropóloga y titular de la Cátedra de Arte, Tecnología y Antropología de la Facultad de Ciencias Naturales de La Plata.
Sempé, que realizó diversos estudios sobre la Masonería en la ciudad, considera que la declinación de la actividad masónica “se debió al cambio de la sociedad y de las relaciones de poder”, porque los masones “eran fuertes cuando los partidos políticos no lo eran”.
La antropóloga sostiene que a principios del siglo XX las logias permitían que sus miembros compartieran actividades con gente de estratos sociales diversos, en un momento en que las diferencias sociales estaban muy marcadas. “En muchos casos ingresar a la Masonería sirve para reunirse en grupo y tener una identidad compartida, reforzada por fines altruistas”.
Entre los talleres que funcionaban a comienzos del siglo pasado figuran los siguientes: “19 de Noviembre” (1906), en 46 entre 2 y 3, donde está hoy la Iglesia Adventista; “Democracia” N°146; “Renacimiento” N°152 (1899); “1° de Mayo” N°219 (1908); “Triunfo y Justicia” N°240; “Guillermo Oberdan” N°255 (1910); “Sol de Mayo” N°258 (1910); “Resurgimiento” N°330; “Streta Uguaglianza” (1889); “Bernardino Rivadavia” (1909); “Florentino Ameghino”; “Porvenir” (1895); “Federal de Maestros” (1893); “Hermanos Siempre Fieles” (1905) y “Hermanas del Plata” (1905). Una estas logias sesionaba en el actual Teatro Princesa, de diagonal 74 entre 3 y 4.

Los fundadores
La actividad de la Masonería se remonta a los inicios de la fundación de la ciudad. O, dicho de otra manera, La Plata fue fundada por masones. Dardo Rocha fue iniciado masón en la Logia “Constancia” N°7 cuando tenía 20 años y estudiaba Derecho. Su padre, Juan José Rocha, también masón, publicó en 1858 el primer Calendario Masónico que se editó en la Argentina. Su principal colaborador, el arquitecto Pedro Benoit –responsable del trazado del plano de la ciudad- ingresó a la Orden en 1836 a través de la Logia “Consuelo de Infortunio” N°3.
El investigador Sebastianelli relata que, tres días después de que salió el decreto para la fundación de La Plata en 1881, “Rocha nombró a la Comisión para el Estudio del Emplazamiento de la ciudad. Y los diez miembros designados eran masones”. A su vez, el Departamento de Ingenieros de la Provincia de Buenos Aires –encargado de diseñar la capital– estaba compuesto por 36 profesionales, de los cuales 29 eran masones, según un cotejo realizado por el investigador.
Con este planteo no resulta llamativo que el plano de La Plata, y muchos de sus edificios, presenten rasgos o símbolos propios de la Masonería. Esta ciudad fue un caso emblemático del siglo XIX, cuando la Orden tenía un gran auge en la Argentina y en el mundo.
Sebastianelli recuerda que el nombre de la ciudad fue propuesto por el poeta masón José Hernández, íntimo amigo de Rocha e iniciado en 1861 en la Logia “Asilo del Litoral” N°18.
El 19 de Noviembre de 1882, alrededor de las 16, fue colocada la piedra fundamental. Se trató de una caja de piedra que contenía otra de plomo, dentro de la cual se colocó una redoma de cristal con diversos documentos, entre ellos, una copia del acta fundacional, la Constitución Argentina, monedas de la época y numerosas medallas de las Logias que participaron activamente en la construcción de la ciudad.

3,1416
Las huellas también aparecen en el plano fundacional. En primer lugar, las diagonales 80 y 79, alineadas con las diagonales 73 y 74, forman la escuadra. En Masonería esta herramienta simboliza la moralidad, la lealtad y la honestidad. La diagonal 77 y la diagonal 78 arman el compás (emblema de la virtud) que, cruzado con la escuadra, conforma el símbolo masónico.
Sin embargo, Sebastianelli considera que estos rastros son “una coincidencia o una fantasía” porque, a su entender, lo más importante del plano de La Plata en el sentido masónico está dado, entre otros aspectos, por el número p, que siempre está presente en la Arquitectura Sagrada.
El investigador observa que el perímetro de la ciudad dividido por la extensión de cualquiera de sus diagonales principales (73 o 74) da como resultado 3,1416.
La filiación masónica de los fundadores platenses, la actividad de las logias a lo largo de la historia y el diseño del plano fundacional, parecen reforzar la afirmación del comienzo: “El que busca a los masones, los encuentra”.

Mitos de bronce
Los investigadores e historiadores de Masonería llevan años tratando de sacudir del imaginario popular platense algunas fábulas que sobrevuelan a los masones que fundaron la ciudad. El posicionamiento de las estatuas de la Plaza Moreno está entre las leyendas que deberán desmitificar de por vida. La fantasía fue disparada en 1993 por el libro “La historia oculta de la ciudad de La Plata”, de Gualberto Reynal. El escritor analiza la ubicación de las estatuas de bronce que representan a las Cuatro Estaciones y la del Arquero Divino –situado en la esquina de 14 y 54– y les otorga significados “oscuros” de los cuales responsabiliza a los masones.
Reynal refiere que la estatua que personifica al invierno y al fuego, ubicada a la altura de 51 entre 13 y 14, apunta con sus dedos índice y meñique hacia la Catedral, mientras que, desde el otro extremo de la plaza, la figura del arquero dirige su flecha (desaparecida desde hace años) hacia el rosetón central del templo.
A partir de ese hecho concreto, se sostuvo que los fundadores de la ciudad, de procedencia masónica, habían colocado las estatuas en esa posición en un intento por neutralizar el poder ejercido por la Iglesia Católica en el siglo XIX.
El investigador Eduardo Sebastianelli hace un nuevo intento por clarificar la situación. La estatua que representa al invierno “no está haciéndole los cuernos a la Catedral, sino que tiene la mano semiabierta porque está cuidando el ánfora donde tiene el fuego”, explica.
Por si esa aclaración no lograra sosegar las imaginaciones más fantásticas, Sebastianelli recuerda que las cuatro efigies –realizadas en la fundición francesa de Val d’Osne– no tenían dicha ubicación cuando se construyó la Plaza Moreno, sino que estaban situadas en las cuatro esquinas del cuadrado. Y, a modo de ejemplo, destaca que aquella que personifica al invierno “miraba en dirección oeste y no hacia la Catedral”.
La leyenda que se dispara desde la flecha del Arquero Divino tampoco parece llegar a buen puerto. Esa obra, perteneciente al escultor Troiano Troiani, “fue colocada en 1970”, con lo cual “no es un monumento de la fundación”, puntualiza.
Los propios masones aseguran que estas versiones “no tienen fundamento de ningún tipo”. Javier Martínez, de la Logia “Luz y Verdad”, sostiene que “como todas las fábulas, ésta también quedó grabada en el imaginario colectivo”. Quizás, por ser de bronce, este mito se hace difícil de derribar.

“Pro Scientia et Patria”
La Universidad Nacional de La Plata mantuvo desde sus inicios una estrecha relación con la Masonería. Esta institución, además de haber sido fundada por miembros de logias, fue uno de los principales reductos de donde surgieron los masones platenses.
La casa de altos estudios fue creada por ley en 1889, a través de una iniciativa impulsada por el entonces senador Rafael Hernández –hermano del poeta José Hernández– que fue iniciado desde muy joven en la Logia “Caridad” N°22 y actuó en la Logia “La Plata” N°80. Esa ley fue promulgada el 2 de enero de 1890 por otro masón, Máximo Paz, integrante de la Logia “Tolerancia” N°4.
El impulso dado a la universidad por la incipiente sociedad platense, no resultó suficiente para que la institución comenzara a funcionar. Por el contrario, la desfavorable coyuntura económica que presentaba la crisis de 1890 obligó a esperar siete años hasta que empezaran a dictarse las primeras clases.
En esa oportunidad se designó la primera Asamblea Universitaria que estaba integrada, entre otros, por Dardo Rocha, José Calderón, Jacob Larrain, Ricardo Marcó del Pont, Adolfo Lascano, Jorge Gorostiaga, Pedro Benoit y Julián Romero, todos masones. Por unanimidad, el cuerpo eligió a Rocha como presidente de la flamante universidad.
Bajo el lema “Por la Ciencia y por la Patria”, el ex gobernador inauguró los cursos en la planta alta del edificio del Banco Hipotecario, situado en la avenida 7 entre 47 y 48, donde actualmente funciona el Rectorado. Entre los oradores que estuvieron se destacó el naturalista Florentino Ameghino, iniciado masón en la Logia “Luján”.
Siete años después, la falta de recursos le puso fin a la era Rocha al frente de la institución. En 1905 la Universidad pasó a depender del gobierno nacional y el entonces ministro de Justicia de la Nación, Joaquín V. González, asumió en 1906 como primer presidente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Por ser hijo de masón, González fue iniciado siendo aún menor de edad en la Logia “Piedad y Unión” N°34 de Córdoba en 1881. Su diploma de masón lleva estampada la firma de Domingo Faustino Sarmiento como Gran Maestre de la Orden. A partir de ese momento, estudiantes, profesores y graduados de la UNLP se acercaron a las logias que funcionaban en la ciudad desde fines del siglo XIX. Este vínculo quedó evidenciado el 18 de noviembre de 1999, cuando la Casa de Cultura de la UNLP inauguró la Cátedra de Libre Pensamiento, con la coordinación del Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina, Jorge Vallejos. Este espacio –que desde el año pasado está bajo la responsabilidad de la Logia “Luz y Verdad”– promueve la realización de charlas sobre Masonería en las diferentes facultades.
Cuando la casa de altos estudios cumplió 100 años, la Masonería colocó una placa conmemorativa en el hall del Rectorado. Los masones y la universidad sellaron así un siglo de historia compartida.

El patrimonio de la fe
“Cualquier religión es inconciliable con la idea de la Masonería, porque toda religión se basa en dogmas y la Masonería no acepta dogmas”, remarca Javier Martínez, de la Logia platense “Luz y Verdad”. Esta afirmación –aclara– sólo rige para la Orden como institución, porque en el plano personal todos los masones deben profesar un credo religioso y, a partir de su creencia, cada uno reconocerá su dios en la figura del Gran Arquitecto del Universo, que es la deidad masónica.
La relación entre la Masonería y la Iglesia Católica registra diferencias históricas. Sin embargo, esto no impide que gran parte de los masones sean católicos y que también haya habido sacerdotes masones, como el cura Hidalgo, paladín de la independencia mexicana, y el padre Calvo, fundador de la Orden en Centroamérica.
Según el investigador Eduardo Sebastianelli, a pesar de la persecución sufrida por los masones en otros tiempos, existe una importante cantidad de miembros que profesan el catolicismo: “cuando se realiza el rito masónico, siempre hay una escuadra, un compás y (si el masón es católico) una Biblia abierta en el libro de San Juan, que es considerado el apóstol más esotérico”.
La excomunión de los masones dispuesta por la Iglesia Católica no es un mito. El Director de Estudios del Seminario Mayor “San José” de La Plata, Luis Ángel Tau, indica que desde el siglo XIX, cuando la Masonería se consolidó como sociedad secreta, hubo más de trece condenas que figuran en el primer Código de Derecho Canónigo (1917). “El nuevo código –si bien no hace alusión directa a la Orden– prohíbe la participación de católicos en sociedades secretas que persigan fines anticatólicos”, puntualiza.
El enfrentamiento con la Iglesia comenzó cuando los hombres de la Masonería –que habían luchado para independizar a los pueblos americanos de la Corona– empezaron a trabajar en pos del laicismo y el librepensamiento, promoviendo las leyes de Cementerios, Registro Civil y del Matrimonio, que limitaron el poder eclesiástico.
Según Tau, también existen diferencias irreconciliables en el plano de la fe. “La Masonería es deísta, porque cree en el dios de los filósofos, que poco tiene que ver con Jesucristo”. Y asegura que “un masón de grado alto nunca es practicante, porque si se es librepensador no se pueden aceptar los postulados de la Iglesia: a Jesús se lo acepta y se es cristiano, o no se es“.

Del gremio a la Presidencia
Los orígenes de la Masonería –o Francmasonería– se remontan a los gremios de la construcción que se formaron en la Edad Media. El término “franc” quiere decir “libre”, y “masón” proviene del francés “maçon”, que significa “albañil” o “constructor”.
En la Alemania de 1440, los masones fueron obligados a vivir en comunidad para construir edificios públicos y, por tal motivo, conformaron asociaciones o logias. Cuando esos gremios evolucionaron y empezaron a edificar grandes catedrales, tomaron conciencia del poder que significaba su conocimiento.
En 1452 se formó un sólo cuerpo integrado por todos los maestros masones alemanes y se asignaron nombres y signos particulares para reconocerse. Además, se ordenaron prácticas secretas que debían acatar todos los afiliados.
La asociación de masones libres estaba compuesta de maestros, compañeros y aprendices. Al entrar a la cofradía, los masones juraban no revelar jamás las formulas y signos de la asociación, así como tampoco los estatutos y oficios.
Los artesanos reconocieron en Dios al Gran Arquitecto del Universo y tomaron los instrumentos de trabajo como símbolos y atributos: el nivel, la plomada y la escuadra se convirtieron en emblemas de orden, medida y equilibrio.
En 1614 ingresaron a las logias hombres provenientes del campo político, intelectual o espiritual, que fueron llamados “masones aceptados” para diferenciarlos de los verdaderos constructores.
La Masonería moderna surge en 1717 con la unión de cuatro logias londinenses que pasaron a formar la Gran Logia de Inglaterra. La Francmasonería inició el proceso que convertiría a las alicaídas logias operativas en poderosas e influyentes estructuras especulativas formadas por masones “antiguos” y “aceptados”. Ya en 1723, el Presbítero Anderson redacta la Constitución Masónica que plantea los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Esta sociedad filantrópica se extendió por Europa y sus ritos se fueron diversificando. Su carácter secreto convirtió a sus miembros en sospechosos. En varios países sufrieron persecuciones políticas y religiosas.
La Masonería recaló en las costas del Río de la Plata a principios del siglo XVIII, cuando los regimientos que llegaron con las Invasiones Inglesas conformaron las primeras logias de Buenos Aires.
La Argentina tuvo, posteriormente, 14 presidentes masones: Bernardino Rivadavia, Vicente López y Planes, Justo José de Urquiza, Santiago Derqui, Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Miguel Juárez Celman, Carlos Pellegrini, Manuel Quintana, José Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Peña, Victorino de la Plaza, Hipólito Irigoyen y Agustín P. Justo.

Postulados masones
“La Masonería no es una sociedad secreta, sino discreta”, se encargan de aclarar una y otra vez sus miembros. Y el argumento que esgrimen para demostrarlo se basa en que, desde 1879, poseen la personería jurídica otorgada por el gobierno argentino. En esa oportunidad, la Asamblea Masónica presentó la declaración de principios de la Orden que, aún hoy, resulta el documento más claro sobre sus fines. Algunos de sus postulados:
La Masonería es una institución esencialmente filosófica, filantrópica y progresista. Son sus principios: la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad; y su lema: Ciencia, Justicia y Trabajo.
Se propone la investigación de la Verdad, la perfección del individuo y el progreso de la humanidad.
Considera que la moral es tanto un arte racional como un fenómeno evolutivo propio de la vida colectiva, que obedece a las leyes naturales.
Reconoce al Gran Arquitecto del Universo como símbolo de las supremas aspiraciones o inquietudes de los hombres que anhelan captar la esencia, el principio y la causa de todas las cosas.
Para el esclarecimiento de la Verdad no reconoce otro límite que el de la razón humana basada en la ciencia.
Exige de sus adeptos la más amplia tolerancia y por ello respeta las opiniones políticas y las creencias de todos los hombres.
Aspira, por la evolución y el esfuerzo organizado de la sociedad, al perfeccionamiento cada vez mayor de las instituciones sociales, transformándolas en las que satisfagan, dentro de un régimen de libertad, justos anhelos de mejoramiento.
Procura por todos los medios lícitos a su alcance, dignificar al hombre capacitándolo, por un desarrollo superior de la conciencia, para el mejor y más amplio uso de los derechos y libertades.
Reconoce en la fraternidad la condición primordial del género humano, es sustantivamente pacifista y considera a la guerra como un crimen horrendo.
Estima que el trabajo es un deber esencial del hombre y como tal lo dignifica y lo honra, sin establecer distingos ni categorías, pero juzga que el descanso es un derecho y se esfuerza porque la vejez, la invalidez, la infancia y la maternidad gocen de los beneficios del amparo colectivo a que son acreedores.

La Verdad Divina
“La investigación de la Verdad, es el objeto esencial de la Masonería, lo cual se verifica desde el momento de la iniciación hasta la consumación de este designio. El Aprendiz da principio a su investigación buscando la luz, la que simboliza en la PALABRA, que es al mismo tiempo el símbolo de la VERDAD. Prosigue su investigación como Compañero masón, buscando la luz. Y el Masón Maestro, con la creencia de que él la ha logrado, obtiene solamente su sustituto; pues la Verdadera Palabra, la Verdad Divina, no habita en el templo de nuestra vida terrenal, sino en el segundo templo de la vida eterna”.
(De la Enciclopedia de la Francmasonería de A. Gallatin Mackey)