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LA MASONERIA EN LA CIUDAD DE LA PLATA (II)

Por: Eduardo M. Sebastianelli
Frecuentemente se habla de la gran actividad masónica que acompañó a la fundación y posterior desarrollo de esta urbe. La Masonería estuvo muy ligada a su fundador, el Dr. Dardo Rocha, a sus colaboradores, a los que demarcaron sus calles, a sus primeros funcionarios públicos, a los edificios, y sobre todo, al trazado de sus planos.
El Dr. Dardo Rocha, había sido iniciado por su padre, el coronel Juan José Rocha, en el año 1858 cuando contaba con tan sólo veinte años de edad, en la Logia "Constancia Nº 7". El principal colaborador del Dr. Rocha, y quien fuese responsable del trazado del plano de la futura ciudad, el arquitecto Pedro Benoit, había sido iniciado el 26 de octubre de 1858 en la logia "Consuelo del infortunio Nº 3". Pedro Benoit había nacido en Buenos Aires, el 18 de Febrero de 1836, y era hijo del ingeniero francés Pedro Benito Benoit. Desde los catorce años se desempeñó junto a su padre en el Departamento Topográfico y en la sección de Geodesia del Departamento de Ingenieros. Muchas de las obras que ejecutó en los años anteriores a la fundación, tendrían una importancia fundamental en ella, entre las que se destacaron: en la ciudad de Buenos Aires, la construcción de obras de fortificación para la defensa y emplazamiento de baterías; proyectó y construyó varios puentes de campaña; (proyectó) la antigua Facultad de Derecho; las iglesias de Santa Catalina (en las localidades de: Merlo, San Justo, Moreno, Ensenada, San Vicente, Juárez, Azul y Buenos Aires).
Desde el primer momento se vinculó a Dardo Rocha para la fundación de la nueva capital de la provincia, y formó parte de la comisión para el concurso de los planos en su carácter de vocal del Departamento de Ingenieros. Presentó los planos del trazado de la ciudad, aunque no firmó al pie ninguno de ellos, sino que fue mencionado como autor de los mismos en el año 1888.
Formó la comisión de división de solares, dividiendo a su vez a esta en tres grupos formados de la siguiente manera: el primero dedicado al trazado perimetral y de avenidas, estaba compuesto por los Sres. Carlos Glade, que fue iniciado el día 27 de Septiembre de 1864 en la Logia "Germania Nº 19", Germán Kuhr y Miguel Pérez.
El segundo, a cargo de la división de calles y diagonales, estaba formado por los Sres. Carlos A. Fajardo, (Masón, del que si bien no contamos con la fecha de su iniciación, lo encontramos en 1894 formando parte de la tenida magna en la instalación de un Capítulo), Julio Serna y Pedro Bena. Y el tercer grupo que debían parcelar los terrenos, estaba formado por los Sres. Nicolás Calvo, Julio Arditi y Paulino Campbell (los tres masones).
Luego de la fundación, el Arquitecto Pedro Benoit, realizó los planos de la Iglesia San Ponciano; se le encomendó la dirección del artístico arco de entrada al Bosque en el año 1884, que ahora ha desaparecido, dibujó el primer escudo de la ciudad; proyectó los planos de la Catedral y en 1893, se le encargó la dirección técnica de las obras.
Fue además autor de los planos del Cementerio y del Observatorio Astronómico; después dirigió desinteresadamente las obras de la Iglesia de San Pedro, en Mar del Plata, hasta su deceso ocurrido en esta ciudad, el 4 de Abril de 1897. Sus restos fueron trasladados a Buenos Aires, para ser sepultados en la Recolecta.
Como sabemos, la Arquitectura es una de las artes fundamentales de la Masonería, y muchos masones, conociendo que los fundadores y sus colaboradores eran Hermanos, han tratado de buscar algún símbolo masónico en el plano de la ciudad, tal es así, que, como se puede observar en el mismo, han pretendido identificar estos símbolos en las diagonales que la dividen, comparándolos con las herramientas del Arte.
Si todo fuese tan simple, todo estaría aclarado; pero no es así, en realidad el plano de La Plata esconde más cosas de las que se pueden observar a simple vista, su estudio conlleva un esfuerzo mayor. En él, el Arquitecto Pedro Benoit y sus allegados han situado todo su conocimiento sobre Geometría Sagrada, y el proceso de develar su mensaje es bastante complejo, pero para quien esté familiarizado con este tipo de "Geometría" seguramente le será interesante y práctico.
Algunos ejemplos de su extraordinaria traza lo son el hecho de que: la ciudad es un cuadrado simétrico que mantiene su forma desde el tiempo de la fundación; está dividida por dos grandes diagonales que la cruzan de Este a Oeste y de Norte a Sur
; en su centro geométrico fue colocada la piedra fundamental, de la que hablaremos más adelante; el rombo formado por los cuatro diagonales centrales forman una "Vesica Piscis", realizada con una unidad equivalente a 1,6180339, es decir el número áurico. El perímetro de la ciudad dividido por el largo de su diagonal (Este-Oeste o Norte-Sur) es igual a 3,1416.
Cabe destacar que la ciudad de La Plata fue totalmente proyectada en abstracto, pues, hasta ese momento no se sabía dónde se iba a asentar, por lo tanto sus arquitectos pudieron establecer las bases que consideraron más oportunas. El plano se comenzó a trazar a partir de un centro, un círculo, un triángulo y un cuadrado, que es exactamente la cuadratura del círculo, que tiene en la Geometría de la Vida individual una importante y definida aplicación. La localización de un cuadrado áurico en una zona de la ciudad denominada El Bosque (un sector de recreo, arbolado y libre de contaminación ambiental); estos son algunos aspectos del verdadero mensaje que nos dejaron sus fundadores, y que serán tratados con detenimiento en mi próximo libro.
Continuando con la fundación de La Plata, podemos agregar que el nombre de la misma fue propuesto por el poeta José Hernández (creador del "Martín Fierro", obra cumbre de la literatura Argentina) íntimo amigo de Dardo Rocha e iniciado el 28 de Agosto de 1861 en la Logia "Asilo del Litoral Nº 18".
El día 19 de Noviembre de 1882, alrededor de las 16 horas fue colocada la piedra fundamental, que consistía de una caja de piedra, en cuyo interior había otra de plomo, dentro de la cual se colocó una redoma de cristal con diversos documentos, entre ellos, una copia del acta fundacional, una copia de la Constitución Argentina, además de monedas de la época y numerosas medallas de las Logias que participaron activamente en la construcción de la ciudad, entre ellas: "Unione Italiana", "Confraternidad Argentina", "Regeneración", "Tolerancia", "Luz y Verdad", "Caridad", "Abraham Lincoln", "Liberi Pensatori", "Unión", "Cárita", "Protectora de los Pobres" y "Progress". Una vez colocada la redoma, se cerró y se selló, se soldó la caja de plomo y se le colocó sobre ella una plancha de mármol de Carrara con la inscripción "Esta caja contiene el acta de inauguración de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires". Sobre la plancha de mármol se colocó la tapa de la mencionada caja de piedra; y con una cuchara (trulla), construida especialmente, de oro con incrustaciones del mismo metal y ocho brillantes en la empuñadura de ébano, el Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Victorino de la Plaza (iniciado en 1867 en la Logia "Regeneración Nº 5"), selló la misma con una mezcla de arena y cal que se había preparado en una batea maciza de caoba, con agarraderas de ébano e incrustaciones doradas.
Colocación de la Piedra Fundamental de La Plata

Todo fue una fiesta, en la plaza principal se habían colocado varios palcos en semicírculo entre los que se hallaba el palco oficial. En diferentes lugares se colocaron arcos y trofeos con las más diversas inscripciones, entre ellas: "Paz y Libertad", "Orden y Progreso", "Amor por la libertad y respeto por las instituciones", "El ejercicio de los derechos políticos es necesario para el gobierno libre", "No basta odiar a la tiranía". Entre los personajes que en el momento hicieron llegar sus mejores votos al gobernador Dardo Rocha, podemos mencionar a Carlos Guido y Spano, quien en la carta fechada el 19 de Noviembre de 1882 expresa:
"Gobernador y Amigo: Salud en este día memorable: Hoy hablarán los hombres y las piedras, las que V. va a colocar como fundamento de la nueva ciudad, proclamará en los tiempos la potencia de la Voluntad puesta al servicio del genio enérgico y creador".
"Con motivo de la edificación de nuestra futura capital se ha recordado la fábula del músico tebano, a los sones de cuya lira de oro alzáronse los muros de la ciudad de Epaminondas y de Píndaro. Si S.V. no posee el mágico instrumento, tiene la inspiración vencedora y realiza un prodigio.. "
Entre las personalidades oficiales y representativas se encontraban los siguientes masones:

Eduardo Wilde, ministro nacional, iniciado el 19 de Septiembre de 1871 en la Logia "Constancia Nº 7".

Domingo F. Sarmiento, Presidente de la República y Gran Maestre de la masonería Argentina, iniciado el 31 de Julio de 1854 en la Logia "Unión Fraternal", de Valparaíso (Chile).

Benjamín Victorica, Presidente de la suprema Corte, ministro, iniciado en la Logia "Jorge Washington" de Concepción del Uruguay.

Manuel R. Trelles, científico e historiador, académico de Historia en Madrid, iniciado en 1867 en la Logia "Confraternidad Argentina".

Carlos Casares (h), Gobernador de la Provincia, estanciero, fundador de la Logia "Unión del Plata Nº 1", en 1855.

Carlos D'Amico, Ministro de Gobierno de la Provincia y futuro Gobernador, iniciado de muy joven fue Gran Maestre del Gran Oriente del Rito Argentino, íntimo amigo del Dr. Dardo Rocha y del Arquitecto Pedro Benoit.

Juan Dillon, contador General de la provincia, iniciado el 2 de Octubre de 1882 en la Logia "Obediencia a la Ley Nº 13".

Mauricio Maller, militar húngaro incorporado al Ejército Argentino, iniciado el 10 de Julio de 1870 en la Logia "Caridad Nº 22".

Benjamín del Castillo, legislador, iniciado el 23 de Agosto de 1863 en la Logia "Asilo del Litoral No. 18".

Ricardo Marcó del Pont, catedrático iniciado en la Logia "Luz del Oeste Nº 55".

Adolfo Miranda Naón, senador nacional, uno de los fundadores del diario platense "El Día" y luego director del mismo, iniciado el 3 de Noviembre de 1885 en la Logia "La Plata No. 80".

Luis C. Pintos, diputado nacional, hijo de masón, fue iniciado en la Logia "Obediencia a la Ley Nº 13" el 27 de Junio de 1866.

Miguel Goyena, hijo de masón, iniciado el 30 de Junio de 1869 en la Logia "Obediencia a la Ley Nº 13".

Adolfo F. Lescano. Iniciado en 1888 en la Logia "La Plata Nº 80".


Ya en las primeras horas de la fundación se habían instalado varias Logias en la nueva ciudad, entre ellas: "Luz y Verdad", "Spretta Uguaghanza", "Triunfo y Justicia", "Hijos del Universo", etc. Pero la que más se destacó fue la Logia "La Plata No. 80" fundada por el Arquitecto Pedro Benoit. En sus archivos podemos encontrar los apellidos más ilustres de la nueva Capital, como los de: Florentino Ameghino, Eduardo Ves Losada, Manuel H. y César Lagenheim, Julio Sánchez Viamonte, Dalmiro Sáenz, Alberto Gregorio, Carlos A. Fajardo, Vicente Isnardi, Juan B. Lavié, José Sixto Alvarez (Fray Mocho), entre otros, pero los nombrados bastan para comprobar que La Plata no fue un mero resultado de las circunstancias que rodeaban al país, sino más bien, fue una obra consciente, especulativa y operativa de los Hermanos masones con un sentido constructivo.
La parte final del acta fundacional instaba a que las generaciones futuras que en su centenario quisieran conmemorar este acto y constatar la existencia de los documentos y objetos que le acompañan lo hiciesen realizando la excavación partiendo del punto céntrico. Esto se realizó en el año 1982, los objetos allí encontrados se depositaron en el Museo Dardo Rocha de la ciudad y nuevamente se repitió el acto fundacional, es decir 100 años después, con la misma consigna a las generaciones venideras.
Finalmente, debemos destacar que para el año 1891, a solo nueve de la fundación, se habían establecido en la ciudad otras corrientes esotéricas, entre ellas cinco cartas patentes regulares del Martinismo fundado por Gérard Encausse en Francia.
Hoy en día, lamentablemente la ciudad de La Plata cuenta tan solo con dos Logias que luchan por subsistir y que no son reconocidas por el Gran Oriente Argentino.


La Plata, 3 de febrero de 1999
Eduardo M. Sebastianelli


Panorama aéreo del centro geométrico
de la ciudad (Plaza Moreno) en 1939
2
BIBLIOGRAFIA
- Alfredo Orfila: "Pedro Benoit, en Anales de la Sociedad Científica Argentina", Bs. As., 1897.
- José María Rey: "Tiempo y fama de La Plata", La Plata MCMLVII, p. 85, 148 1932.
- Diario "El Día": distintas publicaciones.
- Emilio Coni: "Reseña estadística y descriptiva de La Plata", p. 103.
- Martín V. Lescano: "Las sociedades Secretas, políticas y Masónicas en Buenos Aires", Tomo II, 1927.
- Jorge Ferro: "La Masonería en la fundación de La Plata", Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española, España 1991.
- "La Plata a su fundador": Publicación en conmemoración del cincuentenario de la fundación. 1939.
- Alcibíades Lapas: "'La masonería Argentina a través de sus hombres", Buenos Aires. 1966.
- Ernesto Valsecchi: "La Masonería en La Plata", La Plata, editado por la logia La Plata Nº 80. 1978.
- Album biográfico de los librepensadores: Buenos Aires 1909.
- Emilio J. Corbière: "La Masonería" política y sociedades secretas en la Argentina; Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1998.
- Aldo Lavagnini: "Manual del Maestro", Ed. Kier. Buenos Aires. 1962.
- Siete Maestros Masones: "Símbolo, Rito, Iniciación", Ed. Obelisco. Barcelona. 1992.

NOTAS
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"Reproducción reducida de la estampa oleagráfica de la época, impresa en Milán, en la que aparecen Dardo Rocha, Victorino de la Plaza, Eduardo Wilde, Domingo Faustino Sarmiento, Vicente Villamayor, Benjamín Victorica, Carlos d'Amico, Monseñor Federico Aneiros, Manuel R. Trelles, Paulino Llambí Campbell, Carlos Casares (h.), Juan Dillon (h.), Eulogio Enciso, José Hernández, José F. Alvarez, Mauricio Mayer, Carlos M. de Alvear, Pedro Benoit y otras personalidades, funcionarios, diplomáticos, público y jefes y soldados del famoso batallón Guardia Provincial. (Compárese esta notable composición gráfica con la fotografía de la misma ceremonia que aparece entre las notas documentales de esta obra)."
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En el centro de esta plaza es donde está colocada la piedra fundamental de la ciudad. (Foto Ministerio de Obras Públicas).

La Masonería en La Plata

DEVOTOS DE LA ESCUADRA Y EL COMPÁS

Están excomulgados por la Iglesia Católica desde el siglo XIX por promover el laicismo y la creencia en el "Gran Arquitecto del Universo". Pero muchos de ellos siguen comulgando en silencio. El carácter secreto de sus prácticas les deparó persecuciones a lo largo de la historia y todavía gran parte de sus miembros prefiere no revelar su condición por miedo a ser discriminado. Rodeados de mitos, desconocimiento y prejuicios, los masones siguen actuando en la ciudad que diseñó Dardo Rocha junto a otros miembros de la Orden. ¿Qué buscan estos hombres dentro de las logias? ¿En qué creen los masones de siglo XXI? ¿Cuál es su rol en la sociedad? En esta nota, la masonería platense da la cara y responde a interrogantes tan antiguos como sus rituales.

Por Milagros Barberis

“El que busca a los masones, los encuentra”. No es una amenaza. Es la realidad. La Masonería tuvo su apogeo en La Plata desde la fundación hasta principios del siglo XX, período en que trabajaron diecisiete logias. El poder adquirido por los partidos políticos, el recambio generacional y las persecuciones padecidas por los masones, debilitaron a la Orden. Pero sus hombres nunca se fueron del todo. Actualmente funcionan cuatro logias en la ciudad, casi en silencio, porque muchos de sus hombres todavía prefieren no revelar su condición. ¿El motivo? Es tan antiguo como sus rituales: temen ser discriminados.
Néstor Di Lorenzo, empresario de 56 años, es el “venerable maestro” de la Logia “Luz y Verdad” N°79 de La Plata. A primera vista, nada en su apariencia lo indica. La confirmación salta dos minutos después desde la solapa de su traje impecable: un prendedor con la escuadra y el compás, herramientas simbólicas de los masones.
“Se llega a ser masón por la búsqueda de la Verdad. El desarrollo personal te lleva a investigar y, en un determinado momento, a averiguar qué es la Masonería”, explica Di Lorenzo y comienza a manejar términos tan absolutos como “verdad” y tan antiguos como “hermanos”, “fraternidad” y “patria”, que lentamente van descubriendo su condición.
Javier Martínez, secretario de la misma logia, ingresó a la Orden hace tres años a través de Internet. La red es uno de los medios más utilizados hoy por los masones porque les permite tomar contacto con la sociedad preservando su identidad. “Todo el mundo puede ser masón; sólo tiene que ser hombre libre y de buenas costumbres”, puntualiza este licenciado en Física de 30 años.
Para los masones, un hombre de “buenas costumbres” implica “ser ética y moralmente un hombre probo y actuar con las reglas morales y éticas implantadas por la sociedad en que habita”. Y llaman “libre” a quien no tiene ningún proceso penal ni judicial, que no se halle impedido de su libertad y que sea “libre de pensamiento”.

La igualdad
En 1998 la Logia “Luz y Verdad” N°79 “levantó columnas” (término utilizado por los masones, o “constructores”, para referirse a la apertura de un “taller”). La iniciativa surgió de un grupo de platenses –integrantes de la Logia “Eureka” de Buenos Aires- que decidió recuperar el nombre de la organización más antigua de la ciudad, desaparecida a principios del siglo XX.
Este espacio está hoy integrado por 25 hombres que promedian los 30 años, aunque también cuentan con un “hermano” de 80. Por tradición -según se justifican- no aceptan mujeres. Entre sus filas se destacan los estudiantes y egresados universitarios. La mayoría son abogados, pero también hay contadores, médicos, empresarios, profesores universitarios y hasta un actor. “Hay masones de todos los colores políticos, de todas las religiones y de diferentes niveles sociales. Todos somos iguales”, asegura Di Lorenzo.
Este “taller” depende de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones y practica el rito Escocés Antiguo y Aceptado de Edimburgo, el culto vigente con más años de ejercicio en el mundo. Como sucede con los otros ritos, el Escocés contempla los tres grados básicos (aprendiz, compañero y maestro) y continúa con treinta grados superiores, donde el masón extiende su formación filosófica.
Di Lorenzo se presenta como maestro masón, y si bien cuenta que ingresó a la Orden hace seis años, prefiere no revelar su grado. De hecho, se muestra mucho más cómodo al hablar de la Masonería en general, que al hacerlo acerca de su logia en particular.

Las piedras
Los miembros de esta logia celebran una vez por semana sus “tenidas” regulares o sesiones del taller. Como carecen de templo propio, costean el alquiler de un salón con una parte de la cuota mensual de 25 pesos que aportan sus integrantes. Si bien no lo confirmaron, actualmente estarían funcionando en el edificio de la Biblioteca Sarmiento, ubicado en 5 entre 43 y 44.
La actividad realizada por los masones dentro de la logia consiste en presentar trabajos de investigación referidos a temas históricos o actuales que exponen ante sus “hermanos” para ser compartidos y debatidos. “Los trabajos son personales, porque el crecimiento es personal, pero la intención es que todos se enriquezcan”, indica Di Lorenzo y, haciendo alusión a los emblemas de la Orden, grafica: “Cuando el aprendiz comienza, es una piedra bruta que, con el mazo y el cincel, se golpea y se pule hasta llevarla a la piedra cúbica”, símbolo masónico de la perfección.
De las puertas del templo hacia afuera, la logia no asume posturas públicas. “Son sus hombres los que, a través del conocimiento, llevan el aprendizaje a su medio profesional y familiar”, remarca Di Lorenzo. Sin embargo, “Luz y Verdad” coordina, desde hace unos años, el Instituto de Pensamiento Libre que una vez por mes realiza charlas abiertas sobre Masonería.
El investigador de Masonería Eduardo Sebastianelli destaca que los masones platenses respaldan la actividad social de sus “hermanos” cuando realizan determinadas obras y proyectos. “Muchas veces –explica- hay centros culturales o entidades que surgen por iniciativa de un masón y que, por detrás, tienen el apoyo de la logia”.
Los motivos por los cuales muchos “constructores” no revelan su condición es porque, en ocasiones, “lamentablemente, pueden perder su trabajo”, apunta Di Lorenzo. Tanto él como Martínez aseguran que el desconocimiento sobre la Masonería genera temor. Pero también afirman que “todavía hay algunos sectores que no toleran que haya grupos que pregonen la libertad y la igualdad”. Aunque aclaran que en La Plata no encuentran ningún tipo de oposición.

El silencio
“Luz y Verdad” es una de las cuatro logias que funcionan hoy en la ciudad. Entre los masones se conocen, pero no se vinculan y prefieren no hacer consideraciones sobre sus “hermanos”. A veces no querer hablar, habla de diferencias.
Eduardo Sebastianelli asegura mantener contacto permanente con los masones platenses. Dice que estos espacios congregan a hombres de diferentes partidos políticos –aunque en su mayoría son radicales- e incluso algunos desempeñan funciones públicas.
En La Plata hay otros tres talleres en actividad: la logia “Pedro Benoit”, que se reúne en la zona céntrica y otras dos que funcionan en las cercanías del Distribuidor y en la localidad de Los Hornos.
La logia que lleva el nombre del ladero de Dardo Rocha, surgió en 1984 y es considerada “la más secreta de la ciudad, porque sus miembros no quieren sentirse influenciados por el accionar de las otras logias”, comenta Sebastianelli y refiere: “Están haciendo algunas obras de beneficencia que no se atribuyen, porque no quieren que la sociedad se entere”.
Al igual que “Luz y Verdad”, este taller practica el rito Escocés Antiguo y Aceptado, y tiene la particularidad de que sus integrantes están divididos por profesiones, porque “como la Masonería es una ‘filosofía de vida’, se considera que entre miembros de la misma profesión pueden entenderse mejor y, de esta manera, aplicar los elementos de la Masonería a sus respectivas profesiones”.
Los dos restantes están integradas por ex miembros de la Logia “La Plata” N°80, que funcionó desde la fundación de la ciudad hasta el año 1979. Estos talleres profesan el rito Memphis Misraim, originario de Egipto y muy extendido en Italia, que llegó a nuestro país con las oleadas inmigratorias. Se caracteriza por contar con 99 grados y admitir a la mujer.
Sebastianelli destaca que estos dos talleres no son regulares porque “trabajan con una Carta Patente –que los habilita a funcionar– emanada desde Chile, cuando el Gran Oriente del rito Memphis Misraim está en Córdoba”. El investigador plantea que las logias deben ser autorizadas por la correspondiente Gran Logia de su país, entre otras cuestiones, porque ese Gran Oriente (del que dependen los talleres) tiene la potestad de inspeccionarlas y de controlar que funcionen adecuadamente.

Las precursoras
“Luz y Verdad” N°79 (creada diez días después de la fundación de la ciudad) y “La Plata” N°80 (impulsada por Pedro Benoit en 1887) fueron las dos primeras logias locales. Sus respectivos números representan el orden de surgimiento que tuvieron en el país.
Según el censo realizado en 1910, “en La Plata había diecisiete logias, por lo que se calcula que eran cerca de 600 masones”, explica María Carlota Sempé, antropóloga y titular de la Cátedra de Arte, Tecnología y Antropología de la Facultad de Ciencias Naturales de La Plata.
Sempé, que realizó diversos estudios sobre la Masonería en la ciudad, considera que la declinación de la actividad masónica “se debió al cambio de la sociedad y de las relaciones de poder”, porque los masones “eran fuertes cuando los partidos políticos no lo eran”.
La antropóloga sostiene que a principios del siglo XX las logias permitían que sus miembros compartieran actividades con gente de estratos sociales diversos, en un momento en que las diferencias sociales estaban muy marcadas. “En muchos casos ingresar a la Masonería sirve para reunirse en grupo y tener una identidad compartida, reforzada por fines altruistas”.
Entre los talleres que funcionaban a comienzos del siglo pasado figuran los siguientes: “19 de Noviembre” (1906), en 46 entre 2 y 3, donde está hoy la Iglesia Adventista; “Democracia” N°146; “Renacimiento” N°152 (1899); “1° de Mayo” N°219 (1908); “Triunfo y Justicia” N°240; “Guillermo Oberdan” N°255 (1910); “Sol de Mayo” N°258 (1910); “Resurgimiento” N°330; “Streta Uguaglianza” (1889); “Bernardino Rivadavia” (1909); “Florentino Ameghino”; “Porvenir” (1895); “Federal de Maestros” (1893); “Hermanos Siempre Fieles” (1905) y “Hermanas del Plata” (1905). Una estas logias sesionaba en el actual Teatro Princesa, de diagonal 74 entre 3 y 4.

Los fundadores
La actividad de la Masonería se remonta a los inicios de la fundación de la ciudad. O, dicho de otra manera, La Plata fue fundada por masones. Dardo Rocha fue iniciado masón en la Logia “Constancia” N°7 cuando tenía 20 años y estudiaba Derecho. Su padre, Juan José Rocha, también masón, publicó en 1858 el primer Calendario Masónico que se editó en la Argentina. Su principal colaborador, el arquitecto Pedro Benoit –responsable del trazado del plano de la ciudad- ingresó a la Orden en 1836 a través de la Logia “Consuelo de Infortunio” N°3.
El investigador Sebastianelli relata que, tres días después de que salió el decreto para la fundación de La Plata en 1881, “Rocha nombró a la Comisión para el Estudio del Emplazamiento de la ciudad. Y los diez miembros designados eran masones”. A su vez, el Departamento de Ingenieros de la Provincia de Buenos Aires –encargado de diseñar la capital– estaba compuesto por 36 profesionales, de los cuales 29 eran masones, según un cotejo realizado por el investigador.
Con este planteo no resulta llamativo que el plano de La Plata, y muchos de sus edificios, presenten rasgos o símbolos propios de la Masonería. Esta ciudad fue un caso emblemático del siglo XIX, cuando la Orden tenía un gran auge en la Argentina y en el mundo.
Sebastianelli recuerda que el nombre de la ciudad fue propuesto por el poeta masón José Hernández, íntimo amigo de Rocha e iniciado en 1861 en la Logia “Asilo del Litoral” N°18.
El 19 de Noviembre de 1882, alrededor de las 16, fue colocada la piedra fundamental. Se trató de una caja de piedra que contenía otra de plomo, dentro de la cual se colocó una redoma de cristal con diversos documentos, entre ellos, una copia del acta fundacional, la Constitución Argentina, monedas de la época y numerosas medallas de las Logias que participaron activamente en la construcción de la ciudad.

3,1416
Las huellas también aparecen en el plano fundacional. En primer lugar, las diagonales 80 y 79, alineadas con las diagonales 73 y 74, forman la escuadra. En Masonería esta herramienta simboliza la moralidad, la lealtad y la honestidad. La diagonal 77 y la diagonal 78 arman el compás (emblema de la virtud) que, cruzado con la escuadra, conforma el símbolo masónico.
Sin embargo, Sebastianelli considera que estos rastros son “una coincidencia o una fantasía” porque, a su entender, lo más importante del plano de La Plata en el sentido masónico está dado, entre otros aspectos, por el número p, que siempre está presente en la Arquitectura Sagrada.
El investigador observa que el perímetro de la ciudad dividido por la extensión de cualquiera de sus diagonales principales (73 o 74) da como resultado 3,1416.
La filiación masónica de los fundadores platenses, la actividad de las logias a lo largo de la historia y el diseño del plano fundacional, parecen reforzar la afirmación del comienzo: “El que busca a los masones, los encuentra”.

Mitos de bronce
Los investigadores e historiadores de Masonería llevan años tratando de sacudir del imaginario popular platense algunas fábulas que sobrevuelan a los masones que fundaron la ciudad. El posicionamiento de las estatuas de la Plaza Moreno está entre las leyendas que deberán desmitificar de por vida. La fantasía fue disparada en 1993 por el libro “La historia oculta de la ciudad de La Plata”, de Gualberto Reynal. El escritor analiza la ubicación de las estatuas de bronce que representan a las Cuatro Estaciones y la del Arquero Divino –situado en la esquina de 14 y 54– y les otorga significados “oscuros” de los cuales responsabiliza a los masones.
Reynal refiere que la estatua que personifica al invierno y al fuego, ubicada a la altura de 51 entre 13 y 14, apunta con sus dedos índice y meñique hacia la Catedral, mientras que, desde el otro extremo de la plaza, la figura del arquero dirige su flecha (desaparecida desde hace años) hacia el rosetón central del templo.
A partir de ese hecho concreto, se sostuvo que los fundadores de la ciudad, de procedencia masónica, habían colocado las estatuas en esa posición en un intento por neutralizar el poder ejercido por la Iglesia Católica en el siglo XIX.
El investigador Eduardo Sebastianelli hace un nuevo intento por clarificar la situación. La estatua que representa al invierno “no está haciéndole los cuernos a la Catedral, sino que tiene la mano semiabierta porque está cuidando el ánfora donde tiene el fuego”, explica.
Por si esa aclaración no lograra sosegar las imaginaciones más fantásticas, Sebastianelli recuerda que las cuatro efigies –realizadas en la fundición francesa de Val d’Osne– no tenían dicha ubicación cuando se construyó la Plaza Moreno, sino que estaban situadas en las cuatro esquinas del cuadrado. Y, a modo de ejemplo, destaca que aquella que personifica al invierno “miraba en dirección oeste y no hacia la Catedral”.
La leyenda que se dispara desde la flecha del Arquero Divino tampoco parece llegar a buen puerto. Esa obra, perteneciente al escultor Troiano Troiani, “fue colocada en 1970”, con lo cual “no es un monumento de la fundación”, puntualiza.
Los propios masones aseguran que estas versiones “no tienen fundamento de ningún tipo”. Javier Martínez, de la Logia “Luz y Verdad”, sostiene que “como todas las fábulas, ésta también quedó grabada en el imaginario colectivo”. Quizás, por ser de bronce, este mito se hace difícil de derribar.

“Pro Scientia et Patria”
La Universidad Nacional de La Plata mantuvo desde sus inicios una estrecha relación con la Masonería. Esta institución, además de haber sido fundada por miembros de logias, fue uno de los principales reductos de donde surgieron los masones platenses.
La casa de altos estudios fue creada por ley en 1889, a través de una iniciativa impulsada por el entonces senador Rafael Hernández –hermano del poeta José Hernández– que fue iniciado desde muy joven en la Logia “Caridad” N°22 y actuó en la Logia “La Plata” N°80. Esa ley fue promulgada el 2 de enero de 1890 por otro masón, Máximo Paz, integrante de la Logia “Tolerancia” N°4.
El impulso dado a la universidad por la incipiente sociedad platense, no resultó suficiente para que la institución comenzara a funcionar. Por el contrario, la desfavorable coyuntura económica que presentaba la crisis de 1890 obligó a esperar siete años hasta que empezaran a dictarse las primeras clases.
En esa oportunidad se designó la primera Asamblea Universitaria que estaba integrada, entre otros, por Dardo Rocha, José Calderón, Jacob Larrain, Ricardo Marcó del Pont, Adolfo Lascano, Jorge Gorostiaga, Pedro Benoit y Julián Romero, todos masones. Por unanimidad, el cuerpo eligió a Rocha como presidente de la flamante universidad.
Bajo el lema “Por la Ciencia y por la Patria”, el ex gobernador inauguró los cursos en la planta alta del edificio del Banco Hipotecario, situado en la avenida 7 entre 47 y 48, donde actualmente funciona el Rectorado. Entre los oradores que estuvieron se destacó el naturalista Florentino Ameghino, iniciado masón en la Logia “Luján”.
Siete años después, la falta de recursos le puso fin a la era Rocha al frente de la institución. En 1905 la Universidad pasó a depender del gobierno nacional y el entonces ministro de Justicia de la Nación, Joaquín V. González, asumió en 1906 como primer presidente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Por ser hijo de masón, González fue iniciado siendo aún menor de edad en la Logia “Piedad y Unión” N°34 de Córdoba en 1881. Su diploma de masón lleva estampada la firma de Domingo Faustino Sarmiento como Gran Maestre de la Orden. A partir de ese momento, estudiantes, profesores y graduados de la UNLP se acercaron a las logias que funcionaban en la ciudad desde fines del siglo XIX. Este vínculo quedó evidenciado el 18 de noviembre de 1999, cuando la Casa de Cultura de la UNLP inauguró la Cátedra de Libre Pensamiento, con la coordinación del Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina, Jorge Vallejos. Este espacio –que desde el año pasado está bajo la responsabilidad de la Logia “Luz y Verdad”– promueve la realización de charlas sobre Masonería en las diferentes facultades.
Cuando la casa de altos estudios cumplió 100 años, la Masonería colocó una placa conmemorativa en el hall del Rectorado. Los masones y la universidad sellaron así un siglo de historia compartida.

El patrimonio de la fe
“Cualquier religión es inconciliable con la idea de la Masonería, porque toda religión se basa en dogmas y la Masonería no acepta dogmas”, remarca Javier Martínez, de la Logia platense “Luz y Verdad”. Esta afirmación –aclara– sólo rige para la Orden como institución, porque en el plano personal todos los masones deben profesar un credo religioso y, a partir de su creencia, cada uno reconocerá su dios en la figura del Gran Arquitecto del Universo, que es la deidad masónica.
La relación entre la Masonería y la Iglesia Católica registra diferencias históricas. Sin embargo, esto no impide que gran parte de los masones sean católicos y que también haya habido sacerdotes masones, como el cura Hidalgo, paladín de la independencia mexicana, y el padre Calvo, fundador de la Orden en Centroamérica.
Según el investigador Eduardo Sebastianelli, a pesar de la persecución sufrida por los masones en otros tiempos, existe una importante cantidad de miembros que profesan el catolicismo: “cuando se realiza el rito masónico, siempre hay una escuadra, un compás y (si el masón es católico) una Biblia abierta en el libro de San Juan, que es considerado el apóstol más esotérico”.
La excomunión de los masones dispuesta por la Iglesia Católica no es un mito. El Director de Estudios del Seminario Mayor “San José” de La Plata, Luis Ángel Tau, indica que desde el siglo XIX, cuando la Masonería se consolidó como sociedad secreta, hubo más de trece condenas que figuran en el primer Código de Derecho Canónigo (1917). “El nuevo código –si bien no hace alusión directa a la Orden– prohíbe la participación de católicos en sociedades secretas que persigan fines anticatólicos”, puntualiza.
El enfrentamiento con la Iglesia comenzó cuando los hombres de la Masonería –que habían luchado para independizar a los pueblos americanos de la Corona– empezaron a trabajar en pos del laicismo y el librepensamiento, promoviendo las leyes de Cementerios, Registro Civil y del Matrimonio, que limitaron el poder eclesiástico.
Según Tau, también existen diferencias irreconciliables en el plano de la fe. “La Masonería es deísta, porque cree en el dios de los filósofos, que poco tiene que ver con Jesucristo”. Y asegura que “un masón de grado alto nunca es practicante, porque si se es librepensador no se pueden aceptar los postulados de la Iglesia: a Jesús se lo acepta y se es cristiano, o no se es“.

Del gremio a la Presidencia
Los orígenes de la Masonería –o Francmasonería– se remontan a los gremios de la construcción que se formaron en la Edad Media. El término “franc” quiere decir “libre”, y “masón” proviene del francés “maçon”, que significa “albañil” o “constructor”.
En la Alemania de 1440, los masones fueron obligados a vivir en comunidad para construir edificios públicos y, por tal motivo, conformaron asociaciones o logias. Cuando esos gremios evolucionaron y empezaron a edificar grandes catedrales, tomaron conciencia del poder que significaba su conocimiento.
En 1452 se formó un sólo cuerpo integrado por todos los maestros masones alemanes y se asignaron nombres y signos particulares para reconocerse. Además, se ordenaron prácticas secretas que debían acatar todos los afiliados.
La asociación de masones libres estaba compuesta de maestros, compañeros y aprendices. Al entrar a la cofradía, los masones juraban no revelar jamás las formulas y signos de la asociación, así como tampoco los estatutos y oficios.
Los artesanos reconocieron en Dios al Gran Arquitecto del Universo y tomaron los instrumentos de trabajo como símbolos y atributos: el nivel, la plomada y la escuadra se convirtieron en emblemas de orden, medida y equilibrio.
En 1614 ingresaron a las logias hombres provenientes del campo político, intelectual o espiritual, que fueron llamados “masones aceptados” para diferenciarlos de los verdaderos constructores.
La Masonería moderna surge en 1717 con la unión de cuatro logias londinenses que pasaron a formar la Gran Logia de Inglaterra. La Francmasonería inició el proceso que convertiría a las alicaídas logias operativas en poderosas e influyentes estructuras especulativas formadas por masones “antiguos” y “aceptados”. Ya en 1723, el Presbítero Anderson redacta la Constitución Masónica que plantea los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Esta sociedad filantrópica se extendió por Europa y sus ritos se fueron diversificando. Su carácter secreto convirtió a sus miembros en sospechosos. En varios países sufrieron persecuciones políticas y religiosas.
La Masonería recaló en las costas del Río de la Plata a principios del siglo XVIII, cuando los regimientos que llegaron con las Invasiones Inglesas conformaron las primeras logias de Buenos Aires.
La Argentina tuvo, posteriormente, 14 presidentes masones: Bernardino Rivadavia, Vicente López y Planes, Justo José de Urquiza, Santiago Derqui, Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Miguel Juárez Celman, Carlos Pellegrini, Manuel Quintana, José Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Peña, Victorino de la Plaza, Hipólito Irigoyen y Agustín P. Justo.

Postulados masones
“La Masonería no es una sociedad secreta, sino discreta”, se encargan de aclarar una y otra vez sus miembros. Y el argumento que esgrimen para demostrarlo se basa en que, desde 1879, poseen la personería jurídica otorgada por el gobierno argentino. En esa oportunidad, la Asamblea Masónica presentó la declaración de principios de la Orden que, aún hoy, resulta el documento más claro sobre sus fines. Algunos de sus postulados:
La Masonería es una institución esencialmente filosófica, filantrópica y progresista. Son sus principios: la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad; y su lema: Ciencia, Justicia y Trabajo.
Se propone la investigación de la Verdad, la perfección del individuo y el progreso de la humanidad.
Considera que la moral es tanto un arte racional como un fenómeno evolutivo propio de la vida colectiva, que obedece a las leyes naturales.
Reconoce al Gran Arquitecto del Universo como símbolo de las supremas aspiraciones o inquietudes de los hombres que anhelan captar la esencia, el principio y la causa de todas las cosas.
Para el esclarecimiento de la Verdad no reconoce otro límite que el de la razón humana basada en la ciencia.
Exige de sus adeptos la más amplia tolerancia y por ello respeta las opiniones políticas y las creencias de todos los hombres.
Aspira, por la evolución y el esfuerzo organizado de la sociedad, al perfeccionamiento cada vez mayor de las instituciones sociales, transformándolas en las que satisfagan, dentro de un régimen de libertad, justos anhelos de mejoramiento.
Procura por todos los medios lícitos a su alcance, dignificar al hombre capacitándolo, por un desarrollo superior de la conciencia, para el mejor y más amplio uso de los derechos y libertades.
Reconoce en la fraternidad la condición primordial del género humano, es sustantivamente pacifista y considera a la guerra como un crimen horrendo.
Estima que el trabajo es un deber esencial del hombre y como tal lo dignifica y lo honra, sin establecer distingos ni categorías, pero juzga que el descanso es un derecho y se esfuerza porque la vejez, la invalidez, la infancia y la maternidad gocen de los beneficios del amparo colectivo a que son acreedores.

La Verdad Divina
“La investigación de la Verdad, es el objeto esencial de la Masonería, lo cual se verifica desde el momento de la iniciación hasta la consumación de este designio. El Aprendiz da principio a su investigación buscando la luz, la que simboliza en la PALABRA, que es al mismo tiempo el símbolo de la VERDAD. Prosigue su investigación como Compañero masón, buscando la luz. Y el Masón Maestro, con la creencia de que él la ha logrado, obtiene solamente su sustituto; pues la Verdadera Palabra, la Verdad Divina, no habita en el templo de nuestra vida terrenal, sino en el segundo templo de la vida eterna”.
(De la Enciclopedia de la Francmasonería de A. Gallatin Mackey)

FANTASÍA SUBTERRÁNEA. LA PLATA Y SUS MITOS FUNDACIONALES

Por: Daniela Escribano, Fernanda García Germanier y Carlos Vázquez.
“Cuando se participa de la realidad de los medios, no hay que olvidar que se obtiene de ella sólo una parte” -Christian Doelker-
Encarar este proyecto de producción como culminación de nuestro proceso académico dentro de esta Casa de Altos Estudios, será una forma de convalidar un camino que nos llevó a elegir este campo como futuro espacio laboral, en donde ejercer nuestro rol como profesionales de la comunicación.
La realización de un documental que involucre la fundación de la ciudad de La Plata, se presenta como una novedad, puesto que creemos que participar a la sociedad de los mitos y leyendas que circundan esta temática, es una forma original de conectarla con la historia. Este trabajo resultará relevante para los platenses, por la identidad de pertenencia que los vincula con el lugar.
Aspiramos a que nuestra tesis aporte al campo de la comunicación audiovisual una propuesta inédita en cuanto a su contenido y estrategia de relato, incentivando el repaso y el análisis histórico. Del mismo modo, nos proponemos que el trabajo se oponga a la legitimidad única de la palabra escrita, proponiendo la visualización de un material de comunicación oral y escénica.
El conjunto social podrá disfrutar de un producto periodístico, histórico y educativo que le servirá para conocer versiones alternativas de la historia manualizada, y tomar conocimiento de las raíces de una de las ciudades más importantes de Latinoamérica.

Es por ello que la idea motivadora del trabajo a realizar tiene como eje fundador la intención de producir y gestar un material audiovisual cuyas características estéticas y técnicas se encuadren dentro del quehacer documental. A partir del objeto investigable al que denominaremos -como estructura macro temática- “mitos y leyendas que subyacen a la fundación de La Plata”, apuntaremos a la generación de una labor factible de ser insertada dentro de los enconos de la producción documental, en donde ambos soportes –material y contenido- se entremezclen, derivando en un producto que refleje la integración de los conceptos aprehendidos durante el curso de la Licenciatura en Comunicación Social.
Es necesario realizar un recorte temporal de acuerdo a los preceptos principales de la cocina audiovisual. En consecuencia, acordaremos un enfoque que abarque el período comprendido entre 1880 y 1890, asumiendo el trabajo de realizar una práctica que signifique un lapso con importantes sucesos sociales, económicos y políticos. Entre los principales, la necesidad política de fundar una ciudad como capital de la provincia de Buenos Aires, su delineamiento arquitectónico, la crisis económica del `90, los gobiernos de esa década y el incremento demográfico experimentado durante esos años.

Consideramos interesante una producción que aborde tal contenido, en primera instancia, porque no se hallan videos documentales -según aquello que pudimos consignar hasta el momento- que tengan como motus tal propuesta. En segunda instancia porque, a priori existirían ciertas historias mitificadas respecto a lo que concierne a la fundación de la ciudad y a sus primeros años de vida. Por ejemplo, encontramos que los planos de La Plata, tradicionalmente adjudicados al ingeniero Pedro Benoit, quien se habría inspirado en los de una ciudad perfecta diagramada por la novela de Julio Verne “Los quinientos millones de Begún”, no serían de su autoría. En realidad el gestor sería Carlos Glade, quien además tomó como modelo el Ducado alemán de Karlsruhe y no la ficción del escritor francés
[1][1]. De esta manera, podría tener lugar una historia alternativa que vendría a oponerse a la oficial (entendiendo este último término como el relato que reproducen las Instituciones), y que a su vez -en algunos casos- engendraría la aparición de leyendas y mitos en torno a la temática.

Integrados en la búsqueda de lineamientos antecedentes correspondientes a la tarea de producción iniciada, pudimos confrontarnos con objetos comunicacionales que serán los enclaves fundamentales a la hora de organizar el trabajo. Estos servirán a la designación del material utilizable y del desechable.
Como fuentes audiovisuales, recurrimos a las videotecas platenses obteniendo como resultado de la búsqueda el contacto con tres propuestas: “La Plata, ciudad abierta. Recorrido turístico”, “La Plata, Patrimonio Cultural de la Humanidad” y “La Plata. El sueño de los fundadores”. Las tres producciones fueron realizadas por el Municipio de la ciudad.
No obstante, ninguna ofreció un aporte considerable al plan de tesis iniciado. La totalidad del material recabado, de duración efímera, encuentra su finalidad en la exposición turística de los sitios más importantes del territorio; asimismo, se dedica a contar brevemente la historia de la fundación, incorporando sólo recursos de voz en off, y muestreo de fotos. Se trata de un material cuyo contenido está configurado para posicionarse como elemento de difusión de la gestión del gobierno actual.
Siguiendo con el rastreo temático, emprendimos la revisión de material teórico. Nos referimos al trabajo con artículos, volúmenes enciclopédicos y libros. Entre la bibliografía rastreada, hallamos una serie de libros cuyo contenido aporta nociones básicas acerca de la historia de la ciudad. A saber: “La ciudad de La Plata, sus tierras y sus arquitecturas” de Alberto De Paula, la “Fundación de la ciudad de La Plata” de Antonio Salvadores, “La Plata a través de los viajeros 1882-1912” de Alfredo Amaral Insiarte, “La historia oculta de la ciudad de La Plata” de Gualberto Reynal y “Crónicas de la Ciudad Perfecta” de Claudia Bernazza.
En el texto de De Paula, se desarrolla un análisis arquitectónico historicista de los principales edificios de la ciudad. Además se incluye el proyecto urbanístico de La Plata y las características de su trazado. Este autor, además, trabaja con la historia previamente narrada respecto al plano fundacional de la ciudad (retomada en el artículo “El plano del alemán”).
Por su parte, el libro de Salvadores nos sirve como complemento histórico, ya que al abocarse al período que hemos recortado, nos aporta variados datos sobre el modelo político y económico, los usos y costumbres, y modos de vida de La Plata en sus primeros años.
En el libro de Amaral se hace un pormenorizado detalle de las publicaciones que existen referidas a los primeros treinta años de la ciudad. Allí aparecen varias sinopsis de estos textos, las cuales son guías útiles para ampliar las fuentes documentales a consultar. En ellas aparece una visión más cotidiana de los pobladores y los lugares de la comuna, desde la perspectiva que tienen los contemporáneos acerca de los fundadores que visitaron la ciudad durante esas tres décadas.
Gualberto Reynal, en su libro “La historia oculta de la ciudad de La Plata”, se refiere principalmente a la influencia negativa que reciben los habitantes, a causa de la tradición masónica inscripta en los planos fundacionales, y en los principales edificios y monumentos que se encuentran en la ciudad. Consideramos que la masonería es una práctica que abre ciertos interrogantes y despierta curiosidad entre los pobladores de ayer y de hoy, y es por ello que abordaremos esta arista de estudio, funcional a nuestro objeto de investigación.
Cercana a la visión negativa de Reynal, Bernazza escribe una novela basada en una recopilación de crónicas periodísticas de los diarios de los primeros años de La Plata. Allí se narran una serie de asesinatos y delitos relacionados con la historia política que emana de los intereses puestos por el gobierno nacional de la época. El relato de dichos cometidos, nos servirá a la exploración de ciertas historias que se entrecruzan con la veta mitológica que pensamos indagar.
Siguiendo con el desarrollo temático, incorporamos un número de la colección dirigida por el historiador Félix Luna y publicado por el diario Crónica en 1992, que trabaja específicamente los detalles del nacimiento de la ciudad en cuestión: “Historia de la Argentina, Fundación de La Plata”. Las anécdotas e historias cortas que presenta el texto, resultarán eficaces como fuente de consulta para realizar los guiones destinados a reconstruir el contexto de dichas jornadas épicas.
Por otra parte, también comprendimos la necesidad de hacernos eco de los procederes documentales, y en consecuencia accedimos al texto “La realidad documental” de Christian Doelker, el cual brinda un detalle de las características principales de dicho soporte. A su vez, da cuenta de los recursos utilizables a la hora de la realización, los que serán evaluados y tenidos en cuenta en el proceso de producción.
Según este autor, el registro documental consiste en “ir hacia el mundo, captar su facticidad y respetarla. Si bien el proceder documental no es capaz de superar el acontecimiento, siempre queda conservada la referencia a dicho hecho”. Así llega a distinguir tres modos de proceder documental: la Autorepresentación, la Reconstrucción y el Registro Sumarial. De ellos sólo utilizaremos los dos últimos.
La Reconstrucción “se aplica cuando se trata de acontecimientos que ya forman parte del pasado, es decir que donde no existe material para reconstruir un hecho se imponen medidas reconstructoras, tales como la representación”. Es por ello que este tipo de registro será el más recurrente a la hora de recrear los episodios históricos que datan de fines del siglo XIX.
Se entiende por Registro Sumarial, “un acontecimiento seguido y registrado por un testigo”. En nuestro material, dicho proceder será destinado exclusivamente a las entrevistas y registros que constituirán el complemento de las recreaciones históricas.
No obstante, contactamos, además, documentales no referenciales a la temática elegida, tales los casos de “Mala Junta” de Eduardo Aliverti, “Bowling for Columbine” y “Fahrenheit 9/11” de Michael Moore. Estos materiales serán considerados al tiempo de determinar los recursos técnicos y estéticos.
Por un lado, rescatamos la apelación al uso de la reconstrucción ficcionalizada –principalmente en “Mala Junta” (por ejemplo, cuando la cámara acompaña un falcón verde en su recorrida por un barrio porteño)-, elemento que creemos fundamental para poder relatar de una forma novedosa, sin incurrir solamente al recurso de las fotografías –uno de los pocos registros visuales existentes a fines del siglo XIX-. Confiamos en su eficacia a la hora de montar nuestro texto fílmico, pues dataremos de mitos y leyendas urbanas, que recrearemos a partir de actuaciones pertinentes.
Por otro lado, echaremos mano del uso de la entrevista presencial-registrada -fuertemente manifiesta en los documentales de Moore- como una estrategia metodológica que permite el rastreo de diferentes voces y personajes, sujetados al interés de la producción.
Cabe destacar que otro de los logros que el documentalista norteamericano obtiene en sus trabajos, es el dinamismo narrativo, modelo que aspiramos a concertar en nuestra producción.
A su vez, obtuvimos como antecedentes dos tipos de tesis de producción documental realizadas en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP: “Cautivo en mi tierra” de Jorge Canals y Fernando Ghersi y “La fascinación del mal. Una mirada sobre la cámara oculta” de Julián Vaccarini.
Del primer trabajo pudimos rescatar el orden y la precisión asignada al formato de la memoria gráfica, donde se detalla cada uno de los momentos transitados por el grupo durante la realización de su tesis. Asimismo, valoramos la utilización del subtitulado (que facilita la difusión ante los sordomudos) y un recurso no debidamente explotado, como es la filmación del amanecer para iniciar el video.
No obstante, percibimos varias falencias en cuanto a la producción, filmación y puesta en escena, tales como la falta de videograph, el mal empleo de la escala de planos y sus significados, los planos insertados sin justificación y la ausencia de voz en off en momentos que se exige. De esta manera, desistimos de la idea de adoptar estos últimos aspectos en la elaboración de nuestro documental.
En tanto el segundo trabajo, cuenta con una edición que sostiene el hilo conductor con talento, lo que otorga dinamismo a un documento audiovisual que sólo usa entrevistas y material de archivo. A su vez, el realizador emplea una segunda cámara -que simula ser oculta- para acentuar ciertas frases de sus entrevistados, editorializando el contenido. También tendremos en cuenta el uso de recursos tales como la música, que en este material antecedente otorga ritmo y continuidad a los testimonios expuestos, dándole unicidad al documental.
No obstante, amparados en la intención de que la reconstrucción se presente como la forma de relato más auspiciante en el transcurso de nuestra tesis, contactamos a los historiadores Osvaldo Bayer y Felipe Pigna.
El primero será de gran aporte teórico a la hora de guionar nuestro trabajo, teniendo en cuenta que ha cumplimentado esa función en algunos films como, por ejemplo, “La Patagonia Rebelde”.
El segundo, además de ser un estudioso de la historia, es el artífice conceptual del programa televisivo “Algo habrán hecho. Por la historia argentina” emitido por Canal 13 durante el año 2005, realizado por la productora Cuatro Cabezas. Esta emisión televisiva es considerada de gran aporte, ya que tuvo algunos fines similares al de nuestra producción: develación de historias ocultas y reconstrucción de hechos del pasado. En el envío, junto al conductor Mario Pergolini, Pigna efectuó un recorrido por la historia del país no formalizada, a través de la recreación de escenarios y personajes de época.

A partir de este bagaje bibliográfico, teórico y práctico, planeamos un trabajo de tesis que se proyecte en centros culturales de la ciudad, y obtenga una difusión masiva. Nuestro objetivo no es delimitar un determinado receptor (en referencia a género, nacionalidad, condición social) sino auspiciar el acercamiento de toda persona ávida por conocer el pasado de la capital de la Provincia de Buenos Aires, a través de los mitos y leyendas de sus primeros años de vida.

ANEXO


La revancha del documental

“Hay una presencia notable de documentales entre los estrenos locales”, afirma Ana Amado
[2][2]. “Sucede en todo el mundo, pero a diferencia de la tendencia general a las exploraciones autobiográficas, el documentalista local se vuelca más a un registro social o a investigar la historia[3][3]. Hay una gran tradición que empieza con la escuela documentalista de Santa Fe de Fernando Birri desde la década del `50 hasta la del `70, en la que el género era herramienta del activismo político. Me refiero a hitos como Tere dié y La hora de los hornos, que sustentaron prácticas y teorías bien nuestras, como las del Tercer Cine. El pasaje que hubo de aquel documental político al social de estos tiempos, se encuentra en las últimas películas de Pino Solanas y en la enorme producción alrededor de la crisis del 2001. Soy una entusiasta del género por el grado de creación que permite, porque libera las posibilidades del lenguaje del cine. Podría pensarse que este auge es una revancha del género, porque el cine nació documental hasta que en algún momento decidió que lo suyo era la ficción narrativa”[4][4].




BIBLIOGRAFÍA

* AMADO, Ana. “La revancha del documental”. Clarín. Buenos Aires, 30 de abril de 2006. Suplemento Zona.

* AMARAL INSIARTE, Alfredo. “La Plata a través de los viajeros. 1882-1912”. Ministerios de Educación de la Provincia de Buenos Aires, 1959.

* BERNAZZA, Claudia. “Crónicas de la Ciudad Perfecta”. Colección Libros de Famalá, ediciones Al Margen. Argentina.

* DE PAULA, Alberto S. J. “La Ciudad de La Plata, sus tierras y su arquitectura”. Edición del Banco de la Provincia de Buenos Aires, 1997.

* DIETRICH, Fabricio. “El plano del alemán”. Revista Tiempos. La Plata, marzo de 2006.

* DOELKER, Christian. “La realidad documental”. Colección Punto y Línea.

* LUNA, Félix. “Historia de la Argentina, Fundación de La Plata”. Diario Crónica. Buenos Aires, 1992.

* REYNAL, Gualberto. “La Historia oculta de la Ciudad de La Plata”. Imprenta Bi Tonner.

* SALVADORES, Antonio. “Fundación de la ciudad de La Plata”. Archivo histórico de la Provincia. La Plata, 1932.


[1][1] DIETRICH, Fabricio. “El plano del alemán”. Revista Tiempos. La Plata, marzo de 2006.
[2][2] Ana Amado es profesora de Análisis y crítica cinematográfica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

[3][3] Las negritas son de nuestra autoría.

[4][4] AMADO, Ana. La revancha del documental. Clarín. Buenos Aires, 30 de abril de 2006. Suplemento Zona.