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La Plata en blanco y negro

Uno de los obreros de la construcción de la Catedral (los primeros ladrillos se pusieron en 1884) inmortalizó en imágenes la ciudad capital que estaba en ciernes, en los albores del siglo pasado. Hoy forman parte de la colección privada de uno de sus hijos, que la expone en el Museo del Servicio Penitenciario. Por Esteban M. Trebucq Diario Hoy
Don Juan Alvarez trajo su inconfundible acento español de su tierra natal junto a un puñado de sueños y un inquebrantable apego al trabajo. Fruto de su esfuerzo, junto al de otros anónimos obreros, hoy la Catedral luce tan esbelta como sólida.
De pocas palabras, Juan fue picapedrero en los primeros días de ese sueño neogótico que iba a erigirse frente al centro neurálgico de la ciudad en ciernes. Fue testigo directo de los cimientos, de los primeros ladrillos y del primogénito impulso de la capital bonaerense. Todo esto lo dejó inmortalizado para la posteridad en imágenes en blanco y negro, que el más pequeño de sus cinco hijos, Jorge Abel, desempolvó de un viejo arcón. Muchas de ellas hoy son fotos inéditas de una ciudad que ya no es, que encierran un valor histórico emotivo incalculable y que pueden apreciarse en una singular muestra en el Museo del Servicio Penitenciario (35 entre 5 y 6). “Este soy yo”, señala Jorge de 82 años y avezado profesor de talla en madera, que aún conserva a 60 alumnos, a quienes les transmite sus caudalosos conocimientos. En la foto es el único de pantalones cortos, debajo de la pétrea pose de su padre, en el primer nivel de la Catedral en plena construcción.“Nunca me contó que tenía todas esas fotos, pero evidentemente era coleccionista. Todo estaba prolijamente guardado en un ropero”, cuenta Jorge, mientras se desvive por explicar cada una de las 83 imágenes que forman parte de la mejor herencia. Muchas fueron tomadas por su padre, otras por él en el mismo sitio luego del paso de los años. Así, por ejemplo, puede verse la esquina de 7 y 50 cuando todavía estaba la estación de trenes y otra más reciente, con el Pasaje Dardo Rocha reluciente y los florecidos jardines de la Legislatura.

Para el asombro
Hay curiosidades por doquier: en casi ninguna de las fotos, que son de lugares públicos, se ven mujeres. Apenas se puede individualizar a una de largas polleras cruzando la avenida 1 cuando ya estaba la estación de trenes en la intersección con 44. También llama la atención un grafitti que exhorta a votar en blanco en una de las paredes del viejo mercado, en 49 entre 3 y 4. En la década del ‘70, todo fue tirado abajo: hoy queda una manzana descubierta (es una playa de estacionamiento) en pleno centro de la ciudad. Desde el interior de la cancha de Gimnasia fue tomada otra foto que muestra a decenas de autos amontonados en un día de partido sobre la avenida del Bosque. Los vehículos están dispuestos del mismo modo que se ubicaban hasta hace apenas unos meses cuando allí jugaba el Lobo.
También puede apreciarse un erguido molino en la estación de Policía, actual sede del ministerio de Seguridad, en 2 entre 51 y 53. La avenida 60 frente a la Facultad de Ciencias Agrarias, aún de tierra, parece sacada del túnel del tiempo. En realidad es así, tiene casi un siglo. Diversas tomas del predio del colegio Nacional (1 y 49), primero cuando allí estaba la residencia de los gobernadores, y luego cuando fue levantado el actual edificio, completamente enrejado y rodeado de muy pocos árboles.
Una foto que parece tomada desde uno de los balcones del Palacio Municipal, con la Catedral a medio hacer brinda una panorámica de una ciudad baja, y en la que pueden divisarse claramente los límites. Sólo se destaca el edificio de 12 y 50 (donde hoy está UPCN), el del Arzobispado (era del arquitecto D’Amico), la larga construcción que hizo construir el fundador Dardo Rocha en menos de dos meses y el palacete declarado patrimonio histórico de la ciudad, que actualmente es de la familia Mammoni (sobre diagonal 73 y 14). Alrededor de la plaza Moreno, que en el medio tenía un pequeño lago, prácticamente no se ve otra cosa. De este sitio emblemático de La Plata hay, en blanco y negro, una toma desde el portón de ingreso al Palacio Municipal, ubicado del otro lado de lo que hoy es 12. En ese momento, la arteria no existía a esa altura, y formaba parte del parque que estaba delante de la sede del intendente. La memoria de don Juan y su hoy exteriorizada pasión por la fotografía permitieron describir cada uno de los puntos más importantes de esa capital todavía surcada por carros, tranvías y con más tierra que adoquines en sus calles. Una ciudad, en blanco y negro.

Album de la familia que forjó el nacimiento de nuestra ciudad
Las fotos son verdaderas reliquias que se conservan en el Museo Dardo Rocha. Gran parte de ellas nunca fue exhibida públicamente. Pertenecen a diferentes donaciones de los descendientes. Reflejan un pasado romántico, de prolijas vestimentas y suntuoso en bienes. También lugares comunes de la familia

Postales de un pasado lujoso en bienes e ideas, gran parte de las imágenes que ilustran estas páginas nunca fue dada a conocer públicamente. Las fotos integraron los archivos familiares de los descendientes del fundador de La Plata, Dardo Rocha y de su esposa, Paula Arana, y desde mediados del siglo pasado se conservan con meticuloso cuidado en el museo y archivo ubicado frente a la plaza Moreno. Prácticamente ninguna de ellas está en exhibición, pero con un pedido previo sí pueden consultarse. La familia Rocha-Arana era tan numerosa como particular. Dardo y Paula eran primos hermanos, dos de sus hijos fallecieron de pequeños y, contra todo lo que se cree, nunca vivieron en la metrópolis que él fundó el 19 de noviembre de 1882. Abogado, militar, diplomático y gobernador, Rocha nació en la ciudad de Buenos Aires el 1° de septiembre de 1838. Sus padres fueron Juan José Rocha (un conservador militar) y doña Paula Arana. Como soldado, participó en 1859 de la lucha entablada entre Buenos Aires y la Confederación, con el cargo de teniente de Marina y secretario del jefe de la Escuadra. Al asumir el gobierno de la Provincia en 1881, anunció el firme propósito de solucionar las discordias suscitadas por la “decapitación” de la Provincia y en marzo de 1882 envió el proyecto a la Legislatura para erigir la nueva Capital. Aprobada la ley, dispuso que el 19 de noviembre de ese mismo año se colocara la piedra fundamental en un acto que no concitó la atención del público en general, como quedó reflejado en una litografía alusiva a la ceremonia que fue transmitida de generación en generación. Pese a ello, fue un día trascendental. Fruto de su matrimonio, tuvo cinco hijos: Carlos Dardo, María Celia, Jacinta Haydé, Matilde y Melchor Ponciano. Estos dos últimos fallecieron cuando eran chicos. La breve historia de Ponciano (Pompón, como le decía su familia) quedó marcada para siempre en la ciudad de las diagonales. Murió el 22 de abril de 1883. Ese mismo año, para el primer aniversario de la incipiente capital, su padre le puso el nombre de San Ponciano a la parroquia inaugurada en diagonal 80 y 48. Fue un doble homenaje: en honor a su amado hijo y porque Rocha era muy devoto de San Ponciano, hoy el Patrono de la ciudad. Juan Emilio Arana, sobrino nieto del fundador, que nació y vive en La Plata, tiene un parecido físico con Pompón. Así se lo hicieron saber en reiteradas ocasiones. Una de las personas que más conocen sobre la historia de esta numerosa familia es Silvia Fajardo, encargada de la biblioteca del museo Dardo Rocha, que la atiende con profesionalismo y cariño desde hace varios años. De tanto seleccionar y detallar las imágenes que fueron donadas por los descendientes en 1949, primero, y luego a fines de la década de los ‘60, Silvia individualiza con un sólo golpe de vista a cada uno de los integrantes. “Esto me llama la atención: todos los hijos fueron fotografiados de pequeños en el mismo tronco. Estaría en el estudio de fotografía”, especula la mujer, dueña de una prodigiosa memoria, con las imágenes en blanco y negro. El Museo fue creado por ley provincial en 1949; un año más tarde, el Estado provincial compró el inmueble de 50 entre 13 y 14 a Jacinta Haydé Rocha de Bond y a María Celia Rocha. En 1952 se abrió al público con un patrimonio integrado por diversas donaciones de los familiares, desde documentos hasta las galeras que usaba Dardo Rocha, las cuales se pueden ver en las fotos de estas páginas; postales de ese pasado ligado para siempre con la ciudad que ya tiene 124 años. Colaboración: Silvia Fajardo y Mario Ramírez, director del Museo Dardo Rocha